Carnicer, en la memoria
Para ser creadores de nuestro tiempo El tiempo es un recurso escaso, limitado e irreversible, testigo implacable de nuestras obras. Hablar de su gestión y de su empleo es tratar de nuestra vida. El tiempo mal utilizado es el principal causante de la insatisfacción, la angustia y la depresión; lo que origina una comportamiento de huida que provoca el activismo (múltiples y variables actividades improductivas). Nuestra sociedad se caracteriza por una impresión generalizada de falta de tiempo. El fenómeno es relativamente reciente y somos la primera generación en acusar ese problema. Con la aceleración del tiempo se crea una situación social de estrés negativo, cuya consecuencia inmediata es una sensible disminución de la calidad de vida. La abundancia de información -ordenadores, telecomunicaciones- nos crea nuevas necesidades que nos somete a trabajar sin poder discernir las prioridades y nos produce un estancamiento general debido a la aceleración del ritmo de trabajo. La reciente encuesta realizada por el Institut de l'Expansión, especialista europeo en la gestión del tiempo, nos muestra que un directivo es interrumpido cada siete minutos en su trabajo. Al vivir en esta dispersión y atomización del tiempo, en una cronología de instantes (activismo), perdemos el sentido de la acción. Saber lo que hemos hecho es una cuestión de sentido, de imagen global. Cuando vivimos día tras día este tipo de situaciones, por la noche solemos tener la sensación de haber hecho muchas cosas, pero sin sentido real, acompañado de una sensación de vacío. Frente a este fenómeno, y para poder enfocar cualquier situación, es necesario desarrollar la capacidad de poder estructurar nuestro empleo del tiempo, no solamente en eficacia, sino también en disponibilidad. Hoy, ser eficaz es gestionar el flujo del trabajo con más inteligencia que los demás, sabiendo elegir entre aquellas acciones que producen mayor impacto. Debemos reapropiarnos de nuestro tiempo y dirigirlo en función de lo que queremos ser y realizar. Hay que pasar de esta situación de tensión penosa a un estado de serenidad y, a la vez, de mayor eficacia. La presión del tiempo reduce el horizonte temporal y nos hace sentir impotentes incluso en las cosas importantes. La buena gestión del tiempo es un ejercicio de determinación, reflexión y creatividad. Para ello, hay que saber distribuir los tiempos de los que disponemos: los necesarios, que son las preparaciones de reuniones, informes, expedientes para los clientes, etcétera, y el tiempo de creación, que suele ser el que más nos gusta y es en este tipo de tiempo donde el pintor pinta, el inventor inventa, el músico compone, el vendedor vende, etcétera. Este suele representar el 30% del tiempo total del trabajo; el secreto para conseguirlo consiste en generar tiempo de creación, transformando lo obligado en creativo para ser creadores de nuestro tiempo y de nuestra vida. Y es que, como dijo el poeta: «El tiempo no es lo que importa: / lo que importa es que la vida / con el tiempo se te acorta». Francisco Arias Solís R. J. Segundo (Gijón).