LA VELETA
Cuento de Año Nuevo
LO PRIMERO que hicieron los dos nada más levantarse, fue llamarle por teléfono. -Felicidades, Majestad. Ha sido un remate excepcional para un año difícil. Como presidente del Gobierno me siento orgulloso de un Rey que ha estado siempre a la altura requerida y que, al terminar el año, se ha ido a celebrarlo con los soldados españoles que están cumpliendo misiones de seguridad tan lejos de su patria. Respecto a su mensaje de Navidad, quiero decirle que he reflexionado y voy a llamar al jefe de la oposición para coordinar los temas de Estado. Debe ser así. Pocos minutos después, llegaba la segunda llamada: -Señor, feliz 2008 para usted y para toda su familia. Quiero decirle que como español y líder de la oposición me ha llenado de orgullo verle con nuestros soldados en Afganistán y escucharle defender valores tan arraigados en el pueblo español. También quería decirle que hemos decidido tratar de alcanzar un acuerdo con el Gobierno para sacar del debate público temas que deben unirnos y no separarnos. Tengo confianza en alcanzar el consenso al menos en política exterior, terrorismo, justicia, educación y desarrollo autonómico. Por nosotros no va a quedar. Luego, casi inmediatamente, ambos se llamaron. Pero los teléfonos comunicaban. Dieron la orden de insistir. Y finalmente hablaron. - Mira, esto no debe seguir así. Tal vez hemos sido prepotentes y, con la mejor voluntad, no hemos sido capaces de crear un clima de diálogo. Pero soy consciente de que necesitamos ponernos de acuerdo en temas fundamentales. Me gustaría constituir grupos de trabajo en los temas fundamentales y firmar un acuerdo para excluir esos asuntos de la lucha partidista. Lo que importan son los ciudadanos. - Coincido contigo en todo. Tal vez nosotros hayamos llevado nuestra disconformidad a límites algo extremos. Hablemos, pongámonos de acuerdo y vayamos a unas elecciones duras, peleadas, pero nobles, con algunos temas previamente acordados para evitar que los que están contra la democracia se aprovechen de nuestras discrepancias legítimas. - ¿Qué te parece, si entre los temas a consensuar, incluimos una política de apoyo a la familia? Aunque discrepo de las formas de los obispos, tal vez tengan un punto de razón. - Perfecto. Ayer hablé con el cardenal y me dijo que tal vez se habían pasado en algunos ataques y que estaban dispuestos a cambiar las formas y a hablar largo y tendido. Fue entonces cuando alguien me interrumpió: «Oiga, vale que quiera empezar usted el año bien, con un cuento amable, lleno de buena voluntad. Pero esto no es un cuento; esto es ciencia-ficción. Y usted, lo siento, no es Julio Verne». Y se cargó el cuento.