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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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LA CAPTURA por la Guardia Civil de dos etarra s más que presuntos, Igor Pertu y Martín Sarasola, condujo anteayer a una operación policial de rastreo que ha desposeído a la banda de 125 kilos de explosivos y buen número de detonadores. La operación se ampliaba ya por la tarde con el hallazgo de un segundo zulo, en este caso en la provincia de Navarra. La sociedad española se ha liberado así de una parte del terror con que ETA pretendía bombardearla. En la detención de Pertu se produjo un forcejeo del que habría salido malparado el terrorista, con una costilla rota, neumotórax y al parecer algunos hematomas. Atendiendo a las órdenes que reciben los etarras de sus jefes, Pertu denunció en el hospital Donostia de San Sebastián, donde fue ingresado quince horas después de su detención, que recibió golpes en la cara, el tórax y el abdomen después de haber sido detenido por agentes dela Guardia Civil. El asunto está en manos de la Justicia, pues toda denuncia de maltrato exige esclarecimiento inmediato de los hechos. El ministro de Interior y la Guardia Civil sostienen que las lesiones de Pertu se produjeron en el forcejeo de la detención, cuando los agentes de la Benemérita frustraron un intento de huida del etarra. Debe tenerse en cuenta que la inmovilización de un delincuente en resistencia o fuga no se realiza mediante persuasión sino con el empleo de la fuerza muscular de los agentes de seguridad. En ese tipo de luchas, las costillas suelen salir dañadas. Pero la última palabra la tienen los jueces, y es de esperar que aclaren las dudas o sospechas que ayer aireaba la portavoz del gobierno vasco, Miren Azcárate, sobre lo que parece una incógnita: cómo resistió Pertu quince horas sin quejarse de la lesión que en el hospital le fue diagnosticada. Sin el menor interés en anticipar el dictamen de los jueces podría añadirse que el boxeador no empieza a sentir el efecto de los golpes recibidos en la pelea hasta pasado el tiempo del calentamiento, al despertar a veces en la mañana siguiente. Al otro lado del espejo, los miembros de la Guardia Civil y de la Policía Nacional muertos en acto de servicio el año pasado recibieron ayer en La Moncloa un solemne homenaje de todo el Estado y de la sociedad española, en cuyo nombre habló el presidente Zapatero. Es la primera vez que se celebra, y ya queda institucionalizada para años sucesivos, la ceremonia de gratitud y reconocimiento a los agentes fallecidos. Veinte guardias civiles y siete policías nacionales muertos en el 2007 en acto de servicio, con presencia de sus familias y de las instituciones del Estado, partidos políticos y Gobierno incluidos, recibieron ayer en La Moncloa una medalla de reconocimiento a sus méritos. «Asumís y corréis riesgos para vuestra vidas, y esto es lo que os distingue, lo que os honra y lo que el país entero reconoce y admira», dijo el presidente en esta ceremonia inaugural. Tras la Pascua Militar parecía oportuno que la Gobierno se le ocurriese la afortunada idea de que las fuerzas y cuerpos de seguridad reciban anualmente la gratitud de sus conciudadanos.