Diario de León

EL MIRADOR RAMÓN EN POCAS PALABRAS LETRA PEQUEÑA

PP de poca fe 9-M y empate técnico La economía

Publicado por
ANTONIO CASADO PEDRO VILLALAR
León

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ES CURIOSA la escasa fe que demuestra el PP en las posibilidades de su propio candidato, Mariano Rajoy, en las elecciones generales del 9 de marzo. No me lo invento. Es un rasgo que aparece en todas las encuestas cuando se indaga en la percepción de la opinión pública sobre lo que va a ocurrir en las próximas elecciones generales. Y no por referencia al perfil general de los encuestados. Sólo al de quienes se confiesan votantes del PP. El dato es verificable. En algunos casos, escandaloso. Como en el sondeo publicado en noviembre en la Prensa catalana, en el que el 42% de los votantes del PP creen que las elecciones las ganará el PSOE, mientras que solo un 26% apostaban por su propio candidato, Mariano Rajoy. No me negarán que debe hacerse muy cuesta arriba para el aspirante a la Moncloa ir a la batalla electoral si su propia gente no cree en la victoria. Tampoco debe sorprender esa falta de fe entre la amplia parroquia del PP si sus propios dirigentes dan tan mal ejemplo como el alcalde madrileño, Ruiz Gallardón, y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, por cuenta de la inclusión del primero en las listas al Congreso de Diputados. El trasfondo es la pugna por la pole position en la batalla sucesoria para el caso de una derrota de Rajoy en las urnas de marzo. Lo desalentador de semejante pugna, personalista y personalizada, es que traslada un mensaje previo de derrota electoral. De otro modo, no tendría sentido la prisa de uno por sentarse en el Congreso y la ira de la otra cada vez que vuelve a plantearse el tema de las listas por la circunscripción de Madrid. No sólo Gallardón y Aguirre juegan a la contra. La causa electoral del PP también queda a los pies de los caballos cuando sus presuntos costaleros tratan de echar una mano. Al cuello de Rajoy, a menudo. Como en el caso del director de El Mundo , que contó hace unas semanas una reunión de altos empresarios españoles donde «ni uno sólo apostó por Mariano Rajoy». Por no hablar de personajes como Rouco, Alcaraz, Losantos, etc, entre los que los responsables electorales del PSOE han encontrado unos valiosos compañeros de viaje. La radicalidad de estos personajes, que se mueven al margen del PP oficial, descoloca a Mariano Rajoy y es aprovechada por los socialistas para motivar al votante de izquierdas que está cansado de la clase política y no se siente seducido por Zapatero. Es el recurso al doberman, el clásico «¡que viene la derecha¡», ya utilizado hace unos días el PSOE contra los obispos anunciadores del fin de la democracia si los socialistas siguen en el poder. EN UNA conversación informal con periodistas, Zapatero se sirvió de símiles futbolísticos para manifestar sus impresiones con vistas al próximo 9-M. Al tiempo que abogó por relativizar las encuestas, el presidente señaló que «por interés general» la mejor situación es un partido «empatado». En este sentido, consideró que el encuentro será «difícil» y requerirá «mucho esfuerzo» si se quiere conseguir la victoria. No obstante, el PSOE pondrá su esfuerzo en «ganar bien», sin entrar a valorar la obtención de una posible -pero improbable- mayoría absoluta, pues no va con su estilo «el afán de golear». Efectivamente, la sensación que impera en la sociedad es la del «empate técnico», y ello puede ser desesperante para quienes tememos que se reproduzcan las subastas de votos y apoyos que caracterizan las etapas de mayorías relativas, aunque tampoco celebremos las repercusiones negativas de las mayorías absolutas. CUALQUIER intento de objetivar la situación económica se convierte, en estas vísperas electorales, en pronunciamiento partidario o en un compromiso político. Una vez advertido el enfriamiento del sector de la construcción, más rápidamente que lo deseable a causa de la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos, que es un hecho constatable que no admite controversia, las opiniones se bifurcan a través de unos claros sesgos ideológicos. En esta crispada hora actual el análisis que haga cada cual de la situación económica le retrata políticamente: basta ver los medios de comunicación, con sus respectivos posicionamientos, para entenderlo: los progubernamentales lo ven todo color de rosa, en tanto los alineados con la oposición nos previenen ya contra la catástrofe. Esto no es serio, evidentemente, pero no toda la culpa es de los políticos: tanto los agentes económicos como los periodistas deberían rebelarse contra esta dictadura de la demagogia. Los ciudadanos tienen derecho a saber la verdad en todo momento, sobre economía o sobre cualquier otro asunto, haya o no elecciones a la vista.

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