EL BALCÓN DEL PUEBLO
Calentando motores
VAN despejándose las incógnitas sobre las listas que los principales partidos presentarán a las elecciones generales del próximo 9-M. El primero que resolvió su jeroglífico orgánico fue el PSOE. No existía la mínima contestación a quiénes debían ocupar los dos puestos iniciales al Congreso. Eran indiscutibles y justificados, con José Antonio Alonso y Amparo Valcarce, ministro de Defensa y Secretaria de Estado de Asuntos Sociales, respectivamente. Los han dado la talla política y de gestión. Y con nota alta. Y no sólo a nivel nacional, sino también en los temas que afectan a León. Detrás de ambos, los socialistas leoneses colocaron a tres perfectos desconocidos de Juventudes para compensar que aspiren a repetir los tres senadores actuales, y a la vez, alcaldes: Antonio Canedo, Ana Luisa Durán y Miguel Martínez. Los socialistas vistieron su lista de renovación para que nada cambie. El Partido Popular, para no ser menos, piensa llevar en la lista al Congreso de los Diputados, como número dos, al corregidor de Ponferrada, Carlos López Riesco. Resulta muy difícil explicar que se puedan compatibilizar las alcaldías de Ponferrada, de San Andrés del Rabanedo o de Villablino con escaños parlamentarios en Madrid. O se trabaja poco en un puesto, o en el otro, o en los dos. Claro que también es cierto que se puede tener sólo un puesto parlamentario, como Juan Morano en las últimas legislaturas, y no recordarse ni una sola actuación suya como diputado por León que sea digna de mención. La tercera de la lista de los populares aseguran que va a ser la concejala Arancha Miguélez, cuya principal casualidad política conocida, dicen, es la de ser amiga incondicional de Isabel Carrasco, presidenta provincial del partido y de la Diputación. Carrasco ya contó con la colaboración de Miguélez en su etapa como consejera de Economía, otorgándole credenciales para moverse en Bruselas. Por su parte la UPL propondrá como cabeza de lista a otro prácticamente desconocido: Luis Arias. Quizá esa sea su principal ventaja sobre otros dirigentes leonesistas más conocidos, más resabiados, más quemados y, como consecuencia, con menos credibilidad. El candidato «in pectore» Luis Arias ya hizo una pirueta de perdedor anunciando que será la gran sorpresa en las elecciones del 9-M. Es ingenuo. Si los vientos soplaran a favor, no sería la sonrisa en papel couché del leonesismo. Y mientras los partidos cierran candidaturas y campaña para marzo, en el Ayuntamiento de León algunos siguen adelante con los preparativos para celebrar el 24 de abril, el bicentenario de unos hechos que nunca existieron. Se han cansado de pregonarlo los historiadores de la Universidad de León, que han estudiado y comprobado con rigor los datos y las fechas. Y en esa fecha, 24 de abril, aquí no hubo batalla alguna contra los franceses. Ni siquiera había tropas de Napoleón por estos lares. Todo lo demás son manipulaciones de la historia, como aquellas que llenaban las páginas de la Enciclopedia Álvarez de nuestra niñez. No hay ninguna duda: si alguien se empeña en montar una procesión fuera de Semana Santa, o un desfile de moros y cristianos fuera del Carnaval, lo podrá hacer. Lo que no cabe es utilizar dineros públicos. Y menos de este Ayuntamiento, con telarañas en su caja.