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León

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Perdón por el cachete Pido perdón públicamente, por haber pegado un cachete a una de mis hijas pequeñas. Pero es que le dieron las notas en el colegio, y ha suspendido unas cuantas asignaturas, aunque entre sollozos me ha dicho que las va a recuperar. Además del cachete la he dejado sin televisión durante las navidades, para que tenga tiempo de recapacitar. Nada mas hacerlo fui a ver el Boletín Oficial del Estado, a ver si salía publicada la nueva reforma del código civil de ZP que, continuando con su tarea de meterse en las casas de los españoles, ahora nos dice a los padres que no podemos corregir razonable y moderadamente a nuestros hijos. Se acaba de hacer cargo de la educación de nuestros hijos, para adoctrinarles y que todos salgan cortados por el mismo patrón, y ahora nos quiere quitar nuestra autoridad paterna. Me he tranquilizado. El BOE todavía no ha publicado la nueva ley que suprime el cachete. Estoy dentro de la legalidad vigente. Hasta aquí la broma. Hay que tomárselo así, porque sencillamente es indignante. Insultan nuestra inteligencia. Desvían la atención de los ciudadanos y nos ponen a hablar a todos del aborto y del cachete, para que no nos demos cuenta de los problemas reales. Pero hay muchos ciudadanos que tenemos la mala costumbre de pensar por nuestra cuenta, y de discrepar cuando haya que discrepar. Y que no nos dejamos amedrentar. Llevamos cuatro años de continuos ataques a lo que es la base de la sociedad y del estado: el matrimonio y la familia. En vez de mimar la familia y fomentar la natalidad, lo que se fomenta es el divorcio, con hijos traumatizados para el resto de sus vidas; el aborto, con la mujer para tratamiento psiquiátrico el resto de su vida, el fracaso escolar, al poder pasar de curso hasta con cuatro suspensos, la falta de autoridad en los colegios y ahora en las casas. Pero no debemos ser negativos. Las personas (y ZP lo es), pasamos, y lo esencial permanece. Nada ni nadie puede destruir la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. Fernando Ferrín Calamita (León) La iglesia católica en España Si tuviéramos que resumir las principales aportaciones de la Iglesia a la sociedad española, podríamos afirmar que la Iglesia está presente en los acontecimientos más importantes de la vida, acompañando a las personas que se acercan a Dios en los momentos más descollantes de la existencia humana: en los felices (bautismo, confirmación, matrimonio...) y también en los dolorosos (enfermedad, muerte, pecado...). La Iglesia, como Pueblo de Dios, brinda a la sociedad valores permanentes que nos ayudan a crecer como personas y mejoran la convivencia entre los hombres: fe, defensa de los derechos humanos, fraternidad, dignidad de la persona, solidaridad, perdón, superación, esfuerzo, etc. La Iglesia ayuda a los más necesitados de la sociedad: mendigos, familias rotas y desestructuradas, inmigrantes, ancianos, enfermos, etc. Estas actividades son realizadas en su mayoría por personas que entregan su vida a los demás. Los sacerdotes y los agentes de pastoral, que están al servicio de la comunidad cristiana, desempeñan una labor discreta y muchas veces ignorada que contribuye a construir el bien común de la sociedad. La Iglesia contribuye al desarrollo cultural y educativo de sus miembros, así como al crecimiento de las personas con múltiples iniciativas y centros de educación y enseñanza. Los misioneros de la Iglesia Católica, repartidos por todo el mundo, predican el Evangelio de Jesucristo. Es precisamente la experiencia del Amor de Dios que viven y predican, la que los lleva a reconocer en el prójimo el rostro de Cristo, de manera particular en los más necesitados. A menudo reconocemos el testimonio heroico de misioneros que mantienen su compromiso con hombres y mujeres de zonas que viven situaciones de guerra y extrema dificultad (hambrunas, persecuciones, etc.) y que, en ocasiones, ponen en peligro su vida por llevar a cabo su misión . Anatolio Calle (Navatejera) Sara (León).

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