Diario de León

CANTO RODADO

A Ramón Carnicer, gracias

León

Creado:

Actualizado:

A RAMÓN CARNICER le ví por última vez una tarde de febrero en su casa barcelonesa, en un espléndido atardecer sobre el Tibidabo. Por desgracia, el escritor villafranquino, que nos dejó el pasado 29 de diciembre tras cumplir 95 años, perdía la vista. Me lo advirtió cuando accedió a escribir unos recuerdos del viaje a La Cabrera en 1964 para el libro de Diario de León Todos los pueblos y sus gentes . Pero le emocionó regresar a aquel periplo de ocho días, en los que siguió contra corriente el curso del río Cabrera, y reencontrarse con Armesto, el fondista de Pombriego; con don Manuel, el cura de Odollo, y Joaquín, el tamboritero, con Laureano el tendero de Castrillo; el estrafalario médico de Nogar y la maestra de Saceda, doña Virginia... «Seres menores», pero «más significativos a menudo -si queremos ahondar en la condición humana- que muchos de los personajes esculpidos en mármoles por los escultores y retratados en sus lienzos por los pintores». Donde las Hurdes se llaman Cabrera, fue un aldabonazo en medio del silencio que ocultaba las miserias de una comarca abandonada. Y en León, por no querer ver la realidad, se tomó como un insulto y se orquestó una campaña pública contra él. Ramón Carnicer, que nunca se «dobló ni se inclinó» (Pereira dixit ), respondió con las palabras justas: «A la vista de ciertos despropósitos y ridículas palabrerías temo que el Ministerio de Hacienda sospeche que La Cabrera es una guarida de millonarios defraudadores del erario público y envíe allí una legión de inspectores». En 1995 el Ayuntamiento de Encinedo, en desagravio y en agradecimiento por sacar a La Cabrera del ostracismo miserable, le hizo Hijo Adoptivo. El sentido crítico de la realidad y el espíritu libre le acompañaron hasta el final. Se despidió de la vida cuando vislumbró un futuro de dependencia para él y para la familia, su hijo Alonso y su esposa Doireann MacDermott. Sin pompas y «sin la intervención de eclesiásticos de ninguna especie», como dejó escrito. León ha de agradecer su lucidez, el exquisito cultico de la lengua y su prolífica obra. Y reivindicarle como el escritor de enorme talla humana que fue.

tracking