AQUÍ Y AHORA
A la caza de Pizarro 1397124194
SI SE VA A LA GUERRA no se puede esperar inmunidad ante los proyectiles que se disparen desde el otro bando. Esto viene a cuento de algunas reacciones, a la derecha del espectro, que se rasgan las vestiduras por la destemplada ofensiva de los socialistas contra Manuel Pizarro, número dos de Mariano Rajoy en la candidatura de los populares por Madrid al Congreso de los Diputados en las elecciones que se celebrarán el 9 de marzo. El ex presidente de Endesa ya ha sido bautizado por el ministro Alfredo Pérez Rubalcaba como «el rey del finiquito» ¿Realmentye es que esperaban los populares un trato de favor hacia el ex presidente de Endesa, en atención a su paso triunfal por el mundo de los negocios? Las críticas son, por supuesto, al máximo nivel. «¿Cómo puede hablar de la cesta de la compra quien no es precisamente un mileurista?», se preguntaba hace unos días el vicepresidente Pedro Solbes, al aceptar el reto de Francisco Pizarro para debatir ante las cámaras de televisión. José Luis Rodríguez Zapatero, desde Portugal, y la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, también criticaron duramente a Pizarro por usar a las víctimas del terrorismo como supuesta excusa de su irrupción en el mundo de la política. Es más, la vicepresidenta lo calificó de «indecente». Mientras desde la izquierda le definen como tiburón del capitalismo, antinacionalista y representante de la derecha radical, las terminales mediáticas y políticas del Partido Popular se hacen de nuevas por esta salida en tromba del Partido Socialista para desacreditar a su nuevo elefante blanco. Y se quejan por ello. Queja sorprendente viniendo de quienes a lo largo de la Legislatura han desplegado un discurso denigratorio contra el adversario político. Referirse al presidente del Gobierno de la nación como Rodríguez, al número dos del PSOE como Pepiño, al ministro del Interior como «el portavoz del GAL», y cosas peores, con evidente ánimo despectivo, forma parte del lenguaje habitual de quienes ahora se rasgan las vestiduras por los ataques contra el sobrevenido escolta de Mariano Rajoy. La pedrada más dura la lanzó quizá el ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, en respuesta al modo con el que Francisco Pizarro justificó su entrada en política, «para poder seguir mirando a los ojos a las víctimas del terrorismo». «A quien no podrá mirar a los ojos es a los trabajadores despedidos con un finiquito de cuarenta y cinco días días trabajados por año», dijo en alusión a los dos mil quinientos millones de pesetas que Francisco Pizarro recibió por su salida de la presidencia de Endesa, un dinero equivalente al finiquito de un despedido por 1.976 años de trabajo. De todos modos, sobre este memorial de agravios del Partido Socialista al ex presidente de Endesa se detecta una evidente y casi burda estrategia electoral. Y no es precisamente la de desacreditar a Francisco Pizarro, que también, pero solo porque pasaba por allí. La pretensión de los socialistas es minimizar a Mariano Rajoy. Si consiguen dejarle en segundo plano, habrán destruido una de las tres cosas que un partido necesita para ganar unas elecciones: partido, programa y candidato.