Temporada de rebajas

ABIERTA la veda electoral, nuestras facciones ofertan promociones y rebajas. Renuevan sus equipos con fichajes galácticos (de Zaragoza) y despidos por incompatibilidad con el mando. Una cofradía desearía despedir al seleccionador, que nunca ha ganado un trofeo, pero éste arguye que la esperanza es lo último que se pierde. Incomprensiblemente, pese al entusiasmo que despiertan las rebajas, ha desagradado mucho la de la Bolsa. Los precios de las acciones están por los suelos pero la gente está descontenta. Parece que la rebaja la han promovido los norteamericanos con sus subprimas y otros gastos inconfensables. Nadie sabe qué va a pasar pero, por si acaso, todos estamos ya asustados. La Bolsa es lo menos serio que tenemos. ¡Qué mal nos debe ir para que utilicemos de brújula el parte metereológico de una pandilla de desquiciados que tiemblan de codicia! La rebaja de la Bolsa es, sin embargo, un respiro para los patriotas. ¡Por fin el presidente nos ha llevado al abismo! Lo del abismo lo ha visto un señor con barba. Hay soluciones pero no sabemos cuáles son. En Estados Unidos, el país culpable de la crisis (como de todo lo demás), están desgranando un surtido de recursos. Se ofrecen una mujer (estrecha pero experta), un negro (simpático y con ilusión), un mormón. Los mormones deberían medrar más: son ricos y polígamos. En España no todo va mal (esto no es Italia, que dijo otro presidente al Finantial Times ). Los jesuitas acaban de contratar a un consejero delegado español. La compañía es la multinacional española más antigua. Hubo un tiempo en que las únicas multinacionales españolas trabajaban el género espiritual (los jesuitas; la del Opus, que tuvo y tiene mala imagen). Luego llegaron las del género de punto (Zara, Mango), los bancos, las petroleras, las telecomunicaciones... esas que se anuncian en los rallies. España es un gran país. El nuevo consejero delegado de los jesuitas parece buena gente. la. No aciertan ni cuando se equivocan.