Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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HILLARY y Obama, que hasta ahora habían mantenido una rivalidad encarnizada pero cortés, ya se han metido mano, dicho en el mal sentido de la palabra. En el último debate en Carolina del Sur demostraron ambos que una de las ventajas de las personas de buenas maneras es que pueden abandonarlas. Hubo acusaciones mutuas y golpes por debajo de la zona de flotación, aparcaron las espadas y desenvainaron los cuchillos cachicuernos. Quizá ganara por puntos Hillary en el combate de Myrtle Beach, pero la doble pregunta que nos hacemos los distantes espectadores del match es si ha llegado el momento de que Norteamérica hospede en la Casa Blanca a una mujer o un negro. ¿Para luego es tarde o es todavía demasiado pronto? Sólo hace cincuenta años desde que Luther King dijera eso de que los negros vivían en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad. Claro que Barak Obama no es exactamente un negro. Sería rechazado en una cabalgata de Reyes para hacer el papel de Baltasar. Su epidermis es más café con leche y además no tiene tan mala leche como Hillary, pero el problema fundamental es si ambos candidatos se adelantan a su tiempo o bien el tiempo se ha retrasado con respecto a la carrera de los dos candidatos. Maquiavelo, que si hubiera sido tan maquiavélico como se viene diciendo no habría divulgado sus consejos, dice que «nada perjudica tanto al tiempo como el tiempo mismo». Creía en la oportunidad y le daba un valor mayor que al mérito y al talento. A Obama lo apoya su mujer, que es bastante más negra que él y a Hillary la apoya su marido, que se llama Clinton con bastante anterioridad a que ella llevara ese apellido. El ex presidente la está ayudando mucho, al paso que demuestra que sus reservas de fidelidad no estaban agotadas.

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