Diario de León

TRIBUNA

Parar el genocidio de Gaza

Publicado por
ENRIQUE JAVIER DÍEZ GUTIÉRREZ
León

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La situación en Gaza es catastrófica. 350.000 palestinos y palestinas han irrumpido en Egipto buscando víveres después de una semana de apagones y años de bloqueo y guerra. El domingo, la única planta energética de Gaza debió cerrar. John Ging, director de la Agencia de Ayuda y Obras Públicas de la ONU en Gaza, afirmó que cientos de miles de palestinos están viviendo en la oscuridad. La franja de Gaza tiene una superficie de 306 kilómetros cuadrados. En ella viven casi un millón y medio habitantes. Más del 75% son refugiados que tuvieron que abandonar sus casas a raíz de la guerra de 1948 y de la creación del Estado de Israel. Desde que los israelíes destruyeron el aeropuerto local, Gaza tiene una única salida al mundo, que es el Cruce de Rafah en la frontera de Egipto. Pero este cruce lleva cerrado desde hace más de 6 meses. Eso significa que no es posible ni entrar ni salir de Gaza. En el resto de sus fronteras, Gaza está delimitada por Israel y por el mar Mediterráneo, controlado también por el ejército israelí. Según los datos de la ONU el 79% de los palestinos de la Franja de Gaza vive en la pobreza. El suministro de agua a esta región es aproximadamente la mitad de lo exigido internacionalmente. La actual situación en Gaza no es nueva, sino un paso más de lo que viene acumulándose desde la ocupación israelí de la Franja de Gaza en 1967. Israel ha impuesto un embargo colectivo cortando los suministros de combustibles y electricidad y dejando toda la Franja de Gaza y sus 1,5 millones de habitantes a oscuras y sin ningún tipo de energía. El bloqueo que sufre Gaza, donde los militares israelíes controlan las fronteras, el espacio aéreo y las costas, no permite el transito de la población y la salida o ingreso de las mercancías, además de prohibir la entrada de la ayuda humanitaria de Naciones Unidas. Los gobiernos israelíes han impedido la construcción de un puerto en Gaza, y la marina israelí vigila para que ningún navío se acerque a la costa; han bombardeado y cerrado el aeropuerto internacional, construido durante los días de Oslo; han cerrado toda la Franja de Gaza mediante una valla y sólo se mantienen unos cuantos puntos de acceso, controlados por el ejército israelí. Solo durante los últimos 6 meses, 78 enfermos palestinos han fallecido al no permitirles la salida para recibir tratamientos médicos, miles de pacientes sufren la escasez de medicinas y decenas de miles no pueden salir de la Franja bloqueada para trabajar o estudiar. La organización israelí de derechos humanos B'Tselem, un organismo manifiestamente conservador, reconoce que Israel mató a seiscientos sesenta ciudadanos [palestinos] en los territorios ocupados durante 2006. Según esta organización, ese año mataron a ciento cuarenta niños. La mayoría de los asesinados eran de Gaza, donde el ejército israelí demolió casi trescientas casas y asesinó a familias enteras. En septiembre de 2007, la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCAH) hacía pública la cifra de muertos palestinos bajo las balas y misiles israelíes: casi cinco mil personas (4.878), 969 de ellas eran niñas y niños. Y más de veinte mil han resultado heridos o mutilados para toda la vida. Pero la cuestión no es simplemente que haya aumentado el número de asesinatos intencionados, es la tendencia y la estrategia global. Los asentamientos, las bases del ejército, las carreteras y el Muro permitirán a Israel anexionarse casi la mitad de Cisjordania para 2010. Dentro de estos territorios habrá una cantidad considerable de palestinos, contra los que las autoridades israelíes seguirán implementando lentas y crecientes políticas de «transfer»: los variados mecanismos cotidianos, abusivos y deshumanizadores, que el ejército y la burocracia israelí utilizan para contribuir eficazmente al proceso de desposesión de los ciudadanos y ciudadanas palestinas. El número de barreras físicas en Cisjordania aumentó el año pasado a 563. Aproximadamente diez mil palestinos que viven en enclaves al oeste del muro de Cisjordania están privados de los servicios básicos de salud y educación, y de vínculos sociales y familiares. Todos en el gobierno israelí, desde el Partido Laborista a Kadima aceptan que esta política es mucho mejor que la propuesta por los categóricos limpiadores étnicos. También son eficaces los crímenes del terrorismo de Estado, denominados eufemísticamente «asesinatos selectivos», ya que permiten a los sionistas liberales de todo el mundo condenar tenuemente a Israel y aún calificar de anti-semitismo a cualquier crítica genuina de las políticas criminales de Israel. Pero en Gaza no hay un pedazo de tierra que Israel codicie. Por eso, la estrategia en Gaza ha sido convertirla en un ghetto: crear una prisión y arrojar su llave al mar, como lo describió el Relator Especial de Naciones Unidas, John Dugard. Pero esta estrategia no funciona. La comunidad convertida en ghetto sigue expresando su voluntad de vivir lanzando primitivos misiles dentro de Israel. Las medidas de Israel cada vez han sido formas más siniestras de asegurar el total encarcelamiento del pueblo de Gaza por medio del boicot y del bloqueo, con los que todavía colabora de manera vergonzosa la Unión Europea. Han convertido a Gaza en una enorme cárcel. Un gran laboratorio humano, donde 1.400.000 personas viven hacinadas, en condiciones precarias de luz, agua, combustible, víveres, medicinas,... toda entrada está rigurosa y metódicamente controlada por Israel. Esta escasez se acompaña de incursiones de observación y de matanzas diarias, con el objetivo de llevar a la población a la indefensión, pues todas las salidas están selladas. La vida es sencillamente inhumana desde que Israel la ocupó militarmente en 1967. Sami Abu Zuhri lo explica bien claro: «Lo que está sucediendo en Gaza no es un calvario pasajero sino un lento asesinato no sólo de una persona, sino de toda una población mediante este fuerte sitio». La ingeniosa «política» israelí en Palestina consiste en ralentizar la Solución Final de los nazis, como explica el profesor de la UNED, Agustín Velloso. La escalada va en aumento en cada uno de sus parámetros. El primero es la desaparición de la distinción entre objetivos civiles y no-civiles: la matanza indiscriminada ha convertido a la poblaci ón en general en el principal objetivo de las operaciones del ejército. El segundo es la escalada en los medios: el uso de cada posible máquina de matar que posee el ejército israelí. Tercero, la escalada es evidente en el número de víctimas: con cada operación y cada futura operación, un número mucho mayor de personas tiene posibilidades de morir y de resultar herida. Por último, y lo más importante, las operaciones se convierten en una estrategia: un creciente transfer en Cisjordania y una moderada política genocida en Gaza. La crisis empeora día a día. La pasividad de la comunidad internacional y el silencio frente a las permanentes atrocidades de este terrorismo del estado israelí, estimulan a Israel para continuar con su política de agresión basada en la superioridad militar. Sigue sin haber otra manera de detener a Israel que el boicot, la desinversión y las sanciones. Naciones Unidas no intervendría en Gaza como hace en África; premios Nobel no apoyarían la defensa de esta campaña como lo hacen por causas en el sudeste de Asia. La cantidad de muer tos allí, en Palestina, no deja estupefacto como en lo que se refiere a otras calamidades y no es una historia n ueva, es peligrosamente vieja e inquietante. 1397124194

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