Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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ES COMPATIBLE que a quienes nos gusta el cancionero popular y la cocina popular -incluso los festejos populares, a condición de no participar en ellos- no nos gusten demasiado los tribunales populares. Dicho de otra manera: preferimos que las personas sean juzgadas por quienes han estudiado Leyes. La voz de Dios, según se dice, es la voz del pueblo, pero también puede ser la del demonio, o sea la de un pobre diablo colectivo. El confesado error judicial cometido en el caso de Dolores Vázquez, condenada por el caso Wanninkhof y encarcelada por un crimen que no cometió, debiera hacernos revisar algunas cosas. Doña Dolores le cayó mal a un jurado más ansioso de decretar venganza que de hacer justicia. Al parecer, doña Lola tiene el mismo gusto que los componentes masculinos de aquel jurado y eso de ser partidaria activa de la inmortal Safo, le perjudicó mucho. La condena le hizo perder no sólo su trabajo, sino algunos años de su vida. ¿Cómo se valoran los daños morales? La justicia es de linaje divino y no suele comparecer a nivel terrestre. Hay errores judiciales y horrores judiciales y no es fácil valorarlos económicamente. ¿En cuánto se tasa el sufrimiento de alguien inocente? El precio que le ha puesto la Justicia a su encarcelamiento erróneo es de 120.000 euros. Una ridiculez, ya que la cantidad sólo puede calcularla quien ha estado entre rejas y tampoco está en condiciones de fijarla. ¿Qué tendría que pagar el jurado de indemnización? Quizá sea verdad eso de que en España la Justicia trabaja en unas condiciones que harían quebrar a cualquier empresa normal, pero de momento han quebrado la vida de una persona, más bien antipática, que merece la compasión de todos. Incluso de los que leemos en el periódico eso de «error judicial» y pasamos la página rápidamente, lo que siempre provoca un viento fresco.

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