Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Dos fechas para una corporaciónconfusa

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

Creado:

Actualizado:

HASTA donde alcanzo, el decano de la facultad de Filosofía y Letras ha sido la primera víctima en el asunto del 24 de abril. Francisco Carantoña, profesor de Historia Contemporánea, con buen criterio y con la verdad por delante, se opuso al fraude que el Ayuntamiento de León pretendía perpetrar con la institucionalización como fiesta local el 24 de abril. Socialistas y leonesistas proponían festejar como fiesta local -paso previo para convertirla en fiesta provincial- un presunto alzamiento leonés contra los franceses el 24 de abril de 1808, primer acto de la Guerra de la Independencia, anterior a la fecha tradicional del levantamiento popular contra la invasión napoleónica, el dos de mayo. Carantoña, como la mayoría de los historiadores de la Comunidad, negó esa interpretación por fraudulenta. El pasado viernes, el Sindicato de Estudiantes, integrado por miembros del Conceyu xoven leonesista, votaba contra su reelección como decano y, pese a ser el único candidato, era derrotado. No era el único derrotado, ni es tampoco la primera mentira que se denuncia. En el fondo lo que se pretende con la fecha del 24 de abril, que ya la UPL viene celebrando como partido desde hace algunos años, es oponerse y ocultar la fecha del día anterior, el 23 de abril, fiesta de la Comunidad de Castilla y León, que recuerda la derrota de las Comunidades en 1521. Los leonesistas pretenden negar y ocultar el destacado papel que la ciudad de León jugó en la Guerra de las Comunidades, papel del mismo tenor que ciudades tan comuneras como Segovia (Bravo), Salamanca (Maldonado) o Zamora (obispo Acuña). El conde de Guzmán, el cabildo catedralicio y el convento de los dominicos fueron dirigentes e instigadores en León de un movimiento que alcanzó proporciones considerables, como han puesto de manifiesto historiadores internacionales (Joseph Pérez), nacionales (Maravall, Nieto) y locales (Díaz-Jiménez Molleda). Se puede estar o no a favor de la Comunidad de Castilla y León, se puede tener una interpretación u otra sobre el significado de la Guerra de las Comunidades; pero es difícil interpretar de otro modo el 24 de abril de 1808 que como un movimiento de apoyo a Fernando VII en la pugna que mantiene con su padre Carlos IV, con el motín de Aranjuez como un verdadero golpe de Estado. El de León fue un acto pacífico de apoyo a una persona que, poco después, ofrecería el bochornoso espectáculo, con su padre, de ceder en Bayona sus derechos dinásticos a Napoleón. Aunque los actos puedan interpretarse en un sentido patriótico, no cabe duda de que hay que entenderlos también como la defensa de los ideales e intereses del Antiguo Régimen, que «el Deseado» representaría a partir de 1814. Quizá por esa defensa del pasado más integrista, el acto no sólo es apoyado por los leonesistas sino también por el Partido Carlista Leonés. Lo extraño es la postura de los socialistas al apoyar no ya una interpretación poco rigurosa de tal acontecimiento, sino lo que éste representa como defensa del Antiguo Régimen. Es discutible, e incluso anacrónico, el carácter liberal que el romanticismo ofreció de las Comunidades, pues en la mencionada guerra hubo aspectos políticos revolucionarios entreverados de revueltas antifiscales y movimientos antiseñoriales; pero no es difícil señalar aspectos reaccionarios en los sucesos del 24 de abril. Al final la corporación ha dado el brazo a torcer, aunque no está claro si renuncian por restablecer la verdad histórica o porque han visto lo confuso, desde el punto de vista ideológico, de tal iniciativa.

tracking