Intromisión episcopal en la campaña

VAYA POR DELANTE mi opinión favorable a que cada cual tiene todos los derechos a tratar de influir y de participar con sus criterios ante las elecciones generales de marzo. Es muy probable que ante cada una de tales elecciones intervenga la banda ETA, como también -sin intención de comparar- lo hace el episcopado español. Lo hizo hace cuatro años y lo vuelve a hacer ahora. Y lo hace de la forma que acostumbra, con una nota se supone que meditada y reflexiva, y con su lectura por el portavoz, monseñor Camino. Pues bien, sostiene monseñor portavoz que hay programas y dirigentes que están más cerca de lo que defendemos. Y tras criticar las negociaciones con ETA, el aborto, el matrimonio civil de homosexuales y la Educación para la Ciudadanía, desaconseja que se vote a quienes apoyen todas estas teorías y prácticas «pecaminosas». ¿Habían meditado los obispos, con Camino a la cabeza, la reacción que iban a suscitar? Porque resulta que negociar con ETA lo han hecho todos los gobiernos democráticos españoles, y que, por si fuera poco, la última de tales negociaciones fue aprobada previamente por el Congreso de los Diputados, con el voto unánime de los partidos, incluido el PP. Bueno, pues al portavoz-obispo Camino le parece inadecuado. Tan sólo ha pretendido beneficiarse de la bendición episcopal la muy voluntariosa Esperanza Aguirre, que ha argumentado, en línea con su protector Aznar, que hay que distinguir entre negociación y conversaciones transparentes con ETA. Muchos obispos, particularmente los vascos, han aplaudido los intentos de que termine de una vez el derramamiento de sangre que produce la banda ETA. Es infinitamente más razonable que los obispos condenen el aborto, toda clase de aborto. Es lógico que no les guste que a las uniones de homosexuales se les denomine con la apelación cristiana de matrimonio. Y es muy probable que se equivoquen, de nuevo, con la Educación para la Ciudadanía, materia en la que parece que sus eminencias han visto a su gran competencia: hasta ahora, y durante décadas, tan sólo han adoctrinado a los alumnos los obispos y sacerdotes, y parece que ahora temen que alguien, otras doctrinas, puedan competir y llevarles la contraria, y ampliar el creciente laicismo que ya se aprecia en la sociedad española. ¿Ese es el temor? No hay duda de que el colegio y el púlpito han sido las dos cátedras de adoctrinamiento permanente que ha tenido la Iglesia. Pero los tiempos cambian, y los niveles de cultura de los ciudadanos también.