EN BLANCO
Justicia ciega
CIERTO POLÍTICO andaluz afirmó, no recuerdo con qué motivos, que la Justicia española era un cachondeo, refiriéndose al cada vez más numeroso colectivo de los que están hasta el gorro a cuenta de sentencias como la de la minifalda u otros abusos jurídicos resumidos por el estadista Henry Peter Brougham con el siguiente aserto: «El abogado es un señor que recupera nuestros bienes de las manos de nuestros adversarios y luego se los queda». Tengo una conocida que está viviendo en sus propias carnes un ultraje de semejante tenor, cometido por un par de admiradores togados de Luis Candelas. Pese a estar prácticamente finiquitado su proceso de divorcio, una supuesta amiga que es procuradora por más señas, llamémosla ME, se le ofreció para concluir gratuitamente el asunto, haciendo que, eso sí, dejara a su abogado por otro de su confianza que bautizaremos como H y del que se sabe que no es precisamente el cuchillo más afilado de la cocina. El citado Perry Manson cobró a la pobre mujer una cantidad redondita de 2.000 euros, aunque sin la correspondiente factura y aportando como prueba del pago un papelucho de libreta escolar. Y su amiga la procuradora, la demanda ahora por vía penal la friolera de 1.200 euros, en una artera maniobra de esas que te crispan los adentros. En definitiva, un petardeo en toda regla que va a acabar como el rosario de la aurora, pues la agraviada cree haber llegado el momento de ponerse los guantes y subir al cuadrilátero. ¡Qué razón tenía aquel sabio que cifró en tres los peores enemigos del hombre: el demonio, el Estado y los abogados!