Cerrar
Publicado por
ANTONIO PÉREZ HENARES
León

Creado:

Actualizado:

LOS AMERICANOS, los gringos más propiamente entre hispanos, tienen cosas insoportables. Cada uno de nosotros puede enumerar no menos de un millón largo que no aguanta: Santa Claus, Rambo, ser los amos del mundo, el emperador Bush, la coca-cola (ese brebaje para estafar al ron), Madonna, los cómicos gesticulantes, Hallowey, los desfiles patrióticos, Custer, la comida basura, estar gordos como ballenas, haber hundido el «Maine» para luego abusar de nosotros, haberme detenido en el aeropuerto de Los Ángeles porque mi pasaporte pone que he nacido en Guadalajara y no son capaces de suponer que hay otra y que España no está debajo de México, Guantánamo, su manía de invadirlo todo, ganar siempre las olimpiadas y, mayormente por mi parte, al ñoño mentiroso de Walt Disney que ha corrompido en centenares de millones de cerebros infantiles la verdad hermosa y terrible de la Naturaleza. Ser antinorteamericano es el primer signo de distinción de un progre y salir en manifestación contra ellos otorga pedigrí de por vida. Pero hay que reconocer que estos mamones tienen mucho que envidiar y más según pasa el tiempo de los absolutismos mentales. Por ejemplo: el cine del Oeste, allá donde nosotros descubrimos un continente y lo conquistamos y ellos sólo hicieron que bajar las vacas y los caballos de donde los habíamos subido. Pero ello lo cuentan y nosotros lo callamos y mejor porque vaya bodrio cuando rodamos, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Clint Eastwood, el bourbon, la primera constitución democrática del mundo, que una mentira le cueste el cargo a un presidente, Ava Gadner, que era de origen hispano, Laviñia se apellidaba, pero eso aún me pone mas, que le salvaran el culo a Europa de los nazis, que se crean a su país aunque se pasen, ser de mil leches y tengan todos la profunda aspiración de convertirse en ciudadanos U.S.A. Y además las «primarias». Como todo en democracia tiene su verdad y sus mentiras, su trampa y su devoción, su truco y su virtud. Pero es apasionante ver como pueden apasionarse. Comprobar cómo no todo lo deciden los «pepiños» y los «genoveses» de los partidos. En las provincias imperiales alguno hasta hemos pasado la noche en vela. No votamos, pero yo voy con Hillary Clinton. Y le dimos la victoria en New York y en California, las joyas del «supermartes». Obama tiene a su favor, entre otros, el voto negro. Pero yo soy el «voto hispano». Que es más fuerte. Es el que le dará a Hillary primero la candidatura y luego la presidencia. Ayer fueron los que hablan español los que salvaron a la Clinton de la quema. Que se sepa aquí. Ella ya lo sabe. Cuando gane que se venga con su marido, ese que tenía tan mal gusto con las tías como bueno por las ciudades, a celebrarlo a Granada.