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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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EL MINISTRO de Sanidad, señor Soria, anda preocupado por la talla de las españolas, que ha dividido en tres grupos muy precisos: campana, cilindro y diábolo. Se corresponden, para entendernos, con lo que toda la vida se conoció como gordas, flacas y tías buenas, respectivamente. Si en vez de él lo hubiera hecho uno del PP le habrían caído encima todas las feministas, que mayormente pesan lo suyo. Este era un trabajo para Amancio Ortega, el de Zara, pero está muy ocupado ampliando el negocio a medio mundo mientras que Soria no tiene nada que hacer con todas las competencias sanitarias transferidas a las autonomías, menos el dentista. Tampoco hubiera tenido... razones. O los otros. Puestos a entallar en estas vísperas electorales se ofrecen desde aquí gratis al señor ministro más patentes de costurero para clasificar a los varones españoles. Lo de bajos, feos y cabreados ha pasado a la historia y ahora nos dividimos en tres: modelo tonel cervecero o botijo (los abstemios), pitillo y tronco. A saber y para que se aclaren las feministas: gordos, flacos y tipos de interés. Las diferencias entre tallas latinas y extranjeras siempre han salido de ojo, aunque sólo ahora las haya descubierto Soria. Pero no es nuevo y lo mismo que pensamos los españoles de las suecas corre proporcional a lo que opinan las españolas respecto a ciertos pivots negros de la NBA. Las cosas claras, mejor no seguir y que cada cual y cada cuala lo guarde para sus adentros. En cuanto a ropa interior varonil, por seguir dándole hilo a la cuestión, sepa Soria que los españoles nos dividimos en tres: de calzoncillo clásico, boxer o de dos palmos entre el ombligo y lo que cuelga, los que gastamos marianos para proteger salvas sean las partes hasta el tobillo, a ser posible de felpa mientras duren el invierno y Zapatero, y el más televisivo y ajustado UHF (Un Huevo Fuera). Se inaugura la Pasarela Cibeles e imagino yo que las señoras envidian idénticos modelos que los caballeros en lo del vestir y el desvestir. Natural. Pero eso en casa sólo lo tiene Sarkozy.

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