EN POCAS PALABRAS LETRA PEQUEÑA
Más disturbios que huelga Diálogo de lenguas
LA HUELGA general convocada por Batasuna en el País Vasco en protesta por las últimas actuaciones judiciales, que han dado con la cúpula de la organización en la cárcel y que han supuesto la suspensión de las «segundas marcas» -el PCTV y ANV-, que serán además ilegalizadas, resultó un fracaso: hubo disturbios dispersos pero la incidencia laboral del paro fue irrelevante, según el Gobierno vasco, Confebask y otros observadores creíbles. El sindicato LAB, en cambio, parte interesada en el asunto, ha dicho que la convocatoria encontró »un importante eco«. Los disturbios ocasionaron dos heridos, ninguno de gravedad, y 24 detenciones, así como numerosas críticas a los huelguistas. Lo más significativo de la jornada es la constatación -por más que el griterío aberzale intente disfrazar la realidad- de que la izquierda radical ya no tiene predicamento ni capacidad de convocatoria en el seno de la sociedad vasca: sólo sabe incendiar y gritar. EL ANUNCIO de la presidenta de la Comunidad de Madrid de que, si la demanda lo justifica, está dispuesta a crear una escuela pública «en catalán» para atender a las familias procedentes del Principado que residan en Madrid es sin duda un intento plausible de fomentar la pletórica convivencia de nuestras lenguas autóctonas, pero probablemente revele también un desenfoque del asunto, en el que radica precisamente su conflictividad. En aras de la plena integración social, lo deseable es que el sistema educativo adopte como lengua vehicular la materna de la mayoría de los ciudadanos del territorio. Es, en el caso de Cataluña, la «inmersión lingüística» en catalán, que afecta a todos, incluidos los castellanohablantes y los inmigrantes, y que ha de compaginarse con un aprendizaje suficiente de la otra lengua cooficial, el castellano. Y en el caso de Madrid, el mejor servicio que se podría prestar a la colonia catalana sería someter a sus escolares a la inmersión en castellano, unida a un buen aprendizaje del catalán en aras, también, del deseable bilingüismo. Lo que hay que evitar es crear guetos y marginaciones.