EL RINCÓN
El miedo va al mercado
¿NO ESTAREMOS exagerando algo? El consumo ha crecido en España al ritmo menor de lo que lo había hecho en los últimos siete años, si bien es verdad de que en ese período había tomado carrerilla. Seguimos siendo, según nos cuentan testigos presenciales, la octava potencia mundial, aunque de verdad no haya más que siete, pero nos ha entrado un canguelo que no conduce a ninguna parte, exceptuada la miseria. El dinero es un nómada y si se le impide desplazarse languidece y acaba pudriéndose. El «Anuario Nielsen 2008», que establece muy cuidadosamente sus datos, explica que las ventas de alimentos envasados, que representa casi el cincuenta por ciento de la cesta de la compra de los hogares españoles, ha crecido. Eso se debe a muchas cosas, entre ellas la más decisiva es la escasez de abuelas. Las mujeres mayores españolas, Dios las bendiga, son las únicas que guisan. A sus hijas les da igual tapiar la coci na, ya que la mayoría trabajan por fortuna fuera de casa. Una situación así, que conspira contra la sobremesa con la misma intensidad que contra el primer plato, hace que se acumulen latas de conserva en lasa alacenas. El miedo, según está demostrado, es peor que lo que se teme. ¿Por qué los españoles empiezan a adquirir artículos no perecederos a corto plazo -nunca son inmortales- hasta llenar la despensa? No hay que esperar tiempos peores, ya que siempre vienen, pero tampoco hay que adelantar sus calendarios. Hay que oír menos discursos catastrofistas y creerse menos ofertas. Todavía no es necesario guardar b otes de leche condensada y pastillas de chocolate. No estamos en guerra. Los únicos que luchan a muerte son los partidos políticos y eso es porque les va la comida en ello.