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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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ADVIERTE don Antonio Machado en el «Mairena» que, para un hombre público, es tan grave no quedar bien en público como para una mujer pública no quedar bien en privado. De ahí que los po líticos cuiden extremadamente la imagen que proyectan, que no siempre coincide con la verdadera. En general, para caer bien, utilizan con preferencia a los niños, a los mendigos y a los ciegos. ¿Quién puede desaprovechar, cuando falta poco tiempo para que la gente opte por los menos indeseables, a no perpetuarse junto a algún componente de estos gremios? A los líderes se les mejora el perfil, por lo menos el exterior, cuando se muestran sonrientes junto a una criatura de pocos años, sobre todo si vive en un orfelinato. Tampoco está mal visto que se muestren afectuosos con uno de esos pobres que no dan un ruido, ya que casi nadie les echa unas monedas en el plato, pero lo más eficaz es que ayuden a cruzar de acera a un ciego, aunque el ciego no tenga la menor intención de cambiarse de acera. La urgencia por reclutar votantes indecisos, a condición de que haya fotógrafo cerca, no es una exclusiva nacional. Incluso los últimos Papas se han puesto, si bien durante pocos minutos, sombreros regionales para demostrar inequívocamente que el país del altiplano que visita figura entre las preferencias del Sumo Hacedor. Ahora, la candidata Clinton, esposa del ex presidente Clinton, aparece fotografiada junto a un niño mejicano, con el uniforme de gala de lugarteniente de Pancho Villa. Su rival Obama le está comiendo el terreno, pero como no le puede acusar de caníbal, quiere captarse al electorado hispano y se ve en la necesidad de recurrir a todo. Tiene que ganar en Texas y Ohio, pero su campaña depende de los jefes de campaña. Son los mariscales de imagen.