EL RINCÓN
Viento y marea
AL ESTRECHO le ha dado la ventolera y el aire se ha puesto a más de cien por hora sin que lo multe Neptuno. Se han destrozado playas y los que capturan la minería pequeña de los mariscos y de los peces nuestros de cada día no saben lo que se pescan. Ruina. Los obreros del mar cifran sus pérdidas en un millón de euros. Las gaviotas siempre hambrientas han desaparecido. Yo creo que el viento protesta por haber convertido el Estrecho en un cementerio marino. ¿Cuántas pateras y cayucos han servido de ataúd mientras seguimos hablando de inmigrantes con papeles o sin papeles?, ¿no estaremos un poco aventados todos con tantos discursos? De momento hemos descubierto un método magnífico para disminuir el paro: contar los parados de otra manera. No considerar desempleados a quienes necesiten formación acorta mucho las cifras. Es un problema de cálculo y de nomenclatura. Pueden ser eliminados más de 40.000 sólo por crear la categoría de «demandante de servicios previos». Una buena idea del esforzado ministro Caldera. La alta marea del paro tiene mala solución en tiempos de crisis y soplan malos vientos. Si no está en su mano alterar el mercado de trabajo, siempre es posible alterar las estadísticas. Algo es algo. Las gaviotas debieran haberse llevado con ellas muchos problemas que no son exactamente de ahora. Hacienda está acelerando su pesquisas para evitar que prescriban los casos de 2003. El 70 por ciento de las operaciones con billetes de 500 euros son sospechosos ¿Cuántos billetes de ese calibre caben, bien prensados, en una caja de zapatos? Depende del número de calzado que use el sinvergüenza de turno. Mucho dinero ha desaparecido como la arena de la playa, pero ambas cosas están en algún sitio. No se las ha llevado el viento.