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PEDRO VICENTE
León

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A TRES DÍAS de que arranque oficialmente la campaña -extraoficialmente lleva en marcha desde el pasado otoño- el pronóstico es cada vez mas incierto. Empate técnico, apuntan las encuestas. Resultado apretadísimo que se decide en una decena de provincias, en las que el último escaño puede caer de un lado u otro por estrechísimo margen. Entre esas provincias, figura León, donde el quinto escaño de diputado está en el alero. En Castilla y León, el PP se había fijado como objetivos electorales volver a ganar en León, así como deshacer a su favor el empate a escaños registrado en el 2004 en Burgos y Salamanca. En estas dos últimas provincias sus expectativas se han desvanecido. En Salamanca se ha ocupado personalmente de arruinarlas el alcalde de la capital, Julián Lanzarote, a la sazón, y para mayor inri, presidente provincial del partido. El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, cabeza de cartel socialista, nunca agradecerá lo suficiente la soberbia del primer edil helmántico. En Burgos, la presencia al frente de la lista del PP del alcalde y ex-ministro de esa misma cartera, Juan Carlos Aparicio, no parece aportar el tirón suficiente para desnivelar la balanza. Sobre todo teniendo en cuenta que tiene enfrente al secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, un político que se ha salido siempre de la habitual mediocridad. Así las cosas, tendríamos que León es la única circunscripción de la comunidad autónoma en la que el resultado no está cantado de antemano. Casi nada, tratándose, como se trata, de la cuna política de José Luis Rodríguez Zapatero. Lo de abrir y cerrar campaña en León no será esta vez para Zapatero una pura deferencia política hacia sus paisanos. Está en juego un escaño, que, más allá de su especial simbolismo, puede resultar decisivo. El presidente del Gobierno está obligado, sin más, a batirse el cobre ante los leoneses, ante los que además tiene que responder sobre el grado de cumplimiento/incumplimiento de las promesas electorales contraídas hace cuatro años. Mientras tanto, el PP de León, espoleado por las encuestas -alguna de ellas le da ya por ganador- lógicamente no se va a parar en barras para alcanzar su objetivo. La posición adoptada por sus candidatos contra el trazado de la línea eléctrica Sama-Velilla es un buen ejemplo. Bien es verdad que para que no sea considerada un mero brindis al sol debe verse acompañada por el pronunciamiento en el mismo sentido de las instituciones gobernadas por el PP. Y no me refiero a que la Diputación Provincial se posicione inequívocamente en contra, no sólo de boquilla. Para que ese gesto electoral resulte creíble la Junta de Castilla y León debe proceder de inmediato a denunciar el convenio firmado en el año 2005 entre el presidente Juan Vicente Herrera, su homólogo del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, el entonces ministro de Industria, José Montilla, y el presidente de Red Eléctrica Española, Luis Atienza. Mientras la Junta no denuncie dicho convenio (y hasta ahora Herrera no ha venido haciendo otra cosa que reafirmarlo), la oposición de Morano y compañía a la línea Sama-Velilla no será más que uno de esos electorales brindis al sol tan alegres como, sobre todo, gratuitos.