EN EL FILO
El todo Rajoy anima al PP
RAJOY ha sabido detener el declive de las expectativas populares y se mantiene en el ring dispuesto a seguir luchando por el título. Zapatero se vio sorprendido en algún momento por la acometiviadad del aspirante y pareció resignarse a vencer por un pequeño margen de puntos. La euforia desatada anteanoche en el PP indicaría que los despachos de Génova dan ya por amortizada la derrota infligida por Solbes a Pizarro. A partir de ahora, Rajoy va a hacer de Pizarro y de sí mismo. Hizo Rajoy de sí mismo en varios pasajes del debate televisado, ofreciendo su propia imagen, sin velos ya que ocultaran las aristas más cortantes de la estrategia popular. Y eso evitará en la arena electoral cualquier nueva actitud de enmascaramiento. El PP llevaba dos o tres semanas mostrando un rostro amable y formulando sus propuestas, y sus críticas al adversario socialista, en un tono de moderación y sosiego. Pero anteanoche, en el debate, no se trataba de ofrecer perfiles risueños ni de dar un respiro al contrincante, sino de conquistar el poder, caso de Rajoy, o de conservarlo, caso de Zapatero. Y en cierto modo podría decirse que Rajoy salió desde el primer asalto a la desesperada, sabiendo que una derrota por KO fundiría su campaña, mientras que una victoria, o un digno empate, le mantendrían en pie hasta el último cambio de golpes. Y ahí estaba ayer, descan sando por la mañana del esfuerzo y con la moral eufonizada, según todos sus portavoces. Zapatero, mientras, colgaba de su brazo a Solbes y se iba a la sede madrileña de la UGT para criticar el desinterés de Rajoy por las cuestiones sociales. Lo más importante del debate, para esta columna al menos, ha sido que varios millones de españoles, además de contemplar en directo a los dos líderes políticos que podrían ganar las elecciones, han tenido la oportunidad de enfrentarse a dos problemas morales que la efervescencia política viene solapando. Uno es el de si la acusación de que Zapatero ha agredido a las víctimas del terrorismo es cierta o no. Y de suponerse cierta, si las bases para sostener esa certeza son sólidas u obedecen a una mera especulación. El asunto es muy grave, y una sociedad saludable no debiera pasarlo por alto. El otro problema se r efiere a la inmigración, cuyo aumento en la legislatura socialista afecta obviamente a los servicios sociales del Estado, escolarización, Sanidad, Seguridad Social Es, sí, una obviedad, pero llevarla a colación en campaña electoral abre la pregunta de por qué.