TRIBUNA
Estatuto y... camomila
LA OCURRENTE recomendación del Consejero de Presidencia, y portavoz de la Junta autonómica, de «mandarnos a tomar tila» a los leonesistas de pro-Identidad Leonesa, no es gratuita y pone en evidencia dos cosas: A) Una incipiente inquietud por la noticia de la denuncia, ante el Defensor del Pueblo, de la más que posible inconstitucionalidad del Estatuto; digamos, para entendernos mejor: por lo errores de «redacción interpretativa de competencias» de determinados artículos, que nuestros letrados han encontrado en el Estatuto reformado, situación que a él, representante de la Junta, parece repatearle. Tienen motivo para la intranquilidad en el ente. Nada tiene que ver el actual escrito de alegaciones, bien expuestas y mejor fundamentadas, que ha cursado la asociación; con aquélla demanda o queja, que presentamos, a la misma Institución Nacional, en defensa de la Identidad Leonesa, con la petición expresa de que le fuera comunicada al presidente del Congreso de los Diputados, a la hora de aprobar otra reforma del Estatuto. Digámoslo sin ambages, tan solo mereció una «larga cambiada», cual: os contestamos que no es poco ; colocándonos, en verdad de forma poco clara, algo así como: «sin estar adscriptos, a esta Comunidad, seríamos leoneses». ¡Toma!, nos dijimos, ¡pues eso es lo que queremos seguir siendo, tanto dentro, como fuera del ente! ¿Por qué se nos niega? Y nos hablaba a continuación de competencias. Claro, ¡el que no tiene ninguna es el pueblo llano! B) El «aparato técnico» que participó en la redacción de la letra estatutaria, preceptos y articulado, en la Reforma última, o va de «sobrado», o patina aunque no haya hielo, saltándose a las Cortes Generales. Y esto si que es inquietante. Pues... ¿Quién contrata, elige o encarga tales trabajos? Sin entrar en escrutinios del funcionamiento de las instancias correspondientes del ente, podemos contestarnos con una lógica aplastante: colegiadamente todos los políticos autonomistas de esta Comunidad. Ellos, los que componen los poderes: Legislativo, de modo muy especial, pues éste crea y recrea leyes. Y el Ejecutivo que arbitra los fondos, para ése y otros menesteres, como los de propaganda para su mayor gloria, son los responsables. O dicho más a la llana, los de ambas «manos», los conservadores y los progresistas, seguramente empujados por un afán de mantener todo atado, se han vanagloriado de consensuar la Reforma; como queriendo mostrar a lo españoles aquello de lo que se carece el ente: comunión popular. ¿Acaso pensaba el señor portavoz de la Junta, que la píldora de tila, Tilia vulgaris, concentrada, en forma de «media docena» de renglones de historia alusiva a León, colocados en el preámbulo, nos iba a adormecer o a obnubilar a los discrepantes leoneses? Ciertamente que los leoneses, en general, somos por naturaleza poco críticos, incluso con el ente; y nos movilizamos muy raramente; pero que subyace en nosotros el estímulo de los leonés, eso no admite duda. Pruebe si no, señor portavoz, cara a cara, en alta voz, a meternos el dedo en la llaga de hacernos castellanos o castellanoleonés. O mejor aún, a consultarnos si estamos conformes en esta Comunidad. Puede que no tardando mucho, señor portavoz, usted si que deba tomarse buenas dosis de camomila, o si prefiere, manzanilla dulce, para que le asiente las vísceras digestivas al tener que deglutir el sapo objeto de la denuncia. De momento han sido pillados en falta, ¡y eso duele y ulcera!, de modo que, duro con la manzanilla. No somos los leoneses un moderno «David» con anticuada honda, puede que seamos un pueblo herido, ofendido, pero, eso sí, ¡vivo! Y en espera de cualquier oportunidad para enfrentarnos con «vos», los autonomistas, modernos pero falsos «Goliat», cuyos pies de barro político, debe cuatrienalmente elaborarse en las urnas. No hay situación inmutable, señor consejero, ni «mapa cerrado», o mudo, en el que no se pueda colocar nuestra preferencia. Como en un puzzle se van encajando, paso a paso, las piezas, incluso las más reacias, en las que el tesón siempre encuentra el lado favorable. Y en ello estamos. Ya tenemos, los leoneses, voz política en las Cortes autonómicas. Ahora necesitamos que ésta se haga oír también en el Parlamento y en el Senado de la nación. Tómese esto en el ente como la premonición de lo que debe llegar. Y por parte de mis conciudadanos, como la petición del esfuerzo de aparcar ideologías, y votar con leonesidad aquello que nos demanda nuestro ser leonés, en defensa de nuestra identidad. ¡En el voto está la competencia democrática popular!