Cerrar

EN POCAS PALABRAS LETRA PEQUEÑA

El Supremo contra el Constitucinal Faltó emoción

Publicado por
PEDRO VILLALAR
León

Creado:

Actualizado:

LA SALA Penal del Tribunal Supremo, en un pleno no jurisdiccional, tomó ayer conocimiento de la sentencia del Tribunal Constitucional en la que revocaba la condena a tres años de «los Albertos» por el caso Urbanor. Tras debatir sobre la sentencia, el Tribunal Supremo ha ratificado sus otros dos acuerdos anteriores, en los que entiende que el Constitucional extiende su jurisdicción a una cuestión de legalidad ordinaria, como es el caso de las prescripción de un delito, que corresponde al Supremo. Éste es un episodio que hay que sumar a la guerra que mantienen ambos tribunales. El Supremo entiende que el Constitucional invade sus competencias e interpreta la legalidad cuando no le corresponde. El caso es especialmente escandaloso porque esta pintoresca resolución deja impune unos delitos graves cometidos por personalidades relevantes. No le será fácil a la Justicia como institución remediar el mal causado. HAY que congratularse por el hecho de que los partidos hayan recurrido a la potencia de los modernos medios audiovisuales para sus campañas, convencidos quizá de que los viejos métodos -los mítines, las vallas, los «mailings»- se han quedado obsoletos, son poco penetrantes y tienen una relación coste/beneficio inaceptable. Al fin, los grandes hitos preelectorales son los debates en televisión. Pero este paso No se ha dado completamente: probablemente: el formato elegido ha sido desatinado, aburrido, tedioso, soporífero en ocasiones, inexpresivo. Como ha dicho Luis Mariñas, veterano periodista, no ha habido espontaneidad ni emoción. El planteamiento, tan rígido, ha sido un verdadero anacronismo mediático. Los debates preelectorales deberían ser otra cosa: periodistas de todas las tendencias preguntando al alimón a los dos candidatos cuestiones de candente actualidad a juicio de los propios profesionales de la información, no de los pretendientes al poder. La agilidad de esta fórmula, que podría a prueba las aptitudes y la capacidad de improvisación de los líderes, reconciliaría a la política con la sociedad.