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JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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PROSIGUE la campaña electoral más propagandística que se recuerda. Y en la que hay más proclamaciones y menos argumentaciones que nunca. Sin embargo, el aire fresco no lo ha traído la lluvia que bendice, sino los debates televisados. Con el celebrado el pasado lunes entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se ha vuelto a producir una paradoja todavía mayor que el que tuvo como actores a Pedro Solbes y Manuel Pizarro. Al final del debate de los candidatos a presidente del Gobierno, todas las encuestas, incluida la de Tele Madrid, dieron ganador a Zapatero, alguna por más de diez puntos de diferencia. No obstante, una buena parte de los periódicos daban como ganador a Rajoy. No hay ejemplo más claro de diferencia entre la opinión pública y la opinión publicada. Mientras la mayoría de espectadores vieron un debate, media docena de dirigentes de medios informativos han tenido interés en publicar que el debate fue distinto de como realmente lo vieron los espectadores en directo. Es muy importante que los ciudadanos aprovechen estas situaciones para analizar qué medios de comunicación informan sobre la realidad y cuáles son los que supeditan la información a sus intereses o compromisos políticos. Como estrambote de todo, 24 horas más tarde aparece una encuesta, cocinada entre Valladolid y Burgos. Es la única en toda España que da ganador a Rajoy. No se han molestado en explicar cómo es posible o por qué es contradictoria con los chequeos hechos en caliente por las empresas nacionales demoscópicas de más prestigio. Las lecciones de estos días son inagotables. El debate ha tenido otro efecto colateral. Los linchadores mediáticos de siempre, lo más facineroso de la profesión periodística nacional, se pasaron los días previos descalificando al moderador Manuel Campo Vidal, uno de los grandes profesionales del periodismo de este país. Cada domingo lo demuestra en las páginas de Diario de León. Los millones de españoles que vieron el debate pudieron comprobar su exquisita imparcialidad. A pesar de ello, sin ningún tipo de argumentación, hubo envidiosos y comisionistas que al día siguiente le acusaron de favoritismo. Entre las muchas polémicas que han aparecido en campaña, una centra la máxima atención aquí: qué está ocurriendo con las pensio nes previstas por la Ley de Dependencia. En Castilla y León no las está cobrando prácticamente nadie, existe una cola de miles de solicitudes y la Junta todavía no ha enviado a los evaluadores. La secretaria de Estado, Amparo Valcarce, ha declarado que el Gobierno ya transfirió 35 millones de euros para ese fin. No se sabe dónde están. El consejero de Familia, César Antón, y el de Presidencia y portavoz, De Santiago Juárez, en lugar de explicar por qué no se han evaluado a los peticionarios de pensión y dónde están esos 35 millones, han replicado atacando al PSOE. Que yo sepa, ninguno de los dos consejeros es candidato. Como consejeros tienen la obligación prioritaria de responder de su gestión antes que influir en la campaña. Los 35 millones no eran para la Junta, sino para ayudar a unas familias que están manteniendo en casa a grandes inválidos, por edad, por accidente o por enfermedad. No hay campaña electoral que justifique más retrasos..

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