EL RINCÓN
Alta tensión
HAY QUIENES están convencidos de que van a ganar, pero por los pelos erizados. Otros se muestran más optimistas y confían en una victoria lo suficientemente estrecha como para ser calificada de amplia. Un tercer grupo cree que todo depende del último debate entre Zapatero y Rajoy, que puede inclinar la voluntad incluso de aquellos que no la tienen. La gente suele ser muy voluble, pero los acontecimientos los son aún más. ¿Qué pasará si al líder del PSOE le da una más de betún en las cejas su maquillador particular?, ¿y qué pasará si el líder del PP presenta en sociedad al padre de su niña? Ni los más acreditados arúspices osan preverlo. Lo que sí está claro es que a ambos cada vez les queda menos tiempo para rectificar sus respectivos errores. El deseo de triunfo es muy parejo, a pesar de que en algunas comunidades existe lo que pudiéramos llamar una fe ciega en la derrota. Todo parece indicar que antes de empezar la campaña, al objeto de llegar a un acuerdo, una voz autorizada y ecuánime propuso: -¿Competimos como caballeros o como lo que somos? Una de las dos opciones fue elegida por unanimidad y el resultado es que ha subido tanto la tensión que hay posibilidades de morir electrocutados. Creer que unas elecciones pueden ganarse de dos patadas conduce a omitir que hay que dárselas en la boca al adversario. ¿Por qué anticipar una cosa así? Los votantes ya se irán dando cuenta durante las largas vísperas. También las promesas de última hora abundan. La verdad es que no se las cree nadie y quien menos el que las hace. Una de las ventajas de ser elegido presidente es no tener que cumplirlas. La otra, según el general Eisenhower, es que nadie te dice donde tienes que sentarte.