LA VELETA
La bisagra
EN NUESTRO país se ha instalado el bipartidismo, de manera que los ciudadanos ya sabemos que o gobierna el PSOE o gobierna el PP, y o lo hacen con mayoría absoluta o se apoyan en partidos nacionalistas porque, desafortunadamente, no hay ningún partido de ámbito estatal, que pueda hacer de bisagra. En mi opinión éste es uno de los problemas que tiene nuestro sistema, la ausencia de un partido estatal que haga de bisagra, porque su ausencia es lo que lleva a que los partidos nacionalistas tengan una sobrerepresentación, no sólo porque se la da la ley electoral, sino porque las circunstancias les convierten en árbitros. Y así los ciudadanos ya sabemos que si el PSOE o el PP no obtienen mayoría absoluta, será una minoría la que a cambio de sus votos, determine el camino que tienen que seguir socialistas o populares, dependiendo a quién le corresponda gobernar. La alianza de Zapatero con Esquerra ha provocado más problemas que beneficios, debido a que Esquerra tiene un proyecto independentista y sus intereses no coinciden con los de la mayoría de los españoles, sino que son intereses exclusivamente partidistas. Peor es que además la alianza del PSOE con partidos independentistas no está resultando ni siquiera positivo en aquellas comunidades en que gobiernan juntos, léase Cataluña o Galicia. Los independentistas avanzan en el camino de su programa máximo. Si el 9 de marzo el PSOE gana sin mayoría suficiente, Zapatero se encontrara en la disyuntiva de encontrar socios entre los nacionalistas, y los ciudadanos ya sabemos lo que eso significa. Las apuestas van en dirección a CiU, un partido nacionalista que siempre había dado muestras de sensatez y de ser capaz de conjugar los intereses generales con los específicos de Cataluña. El problema es que en CiU hay dos cabezas, una la de Arturo Mas y otra la de Josep Antoni Duran LLeida. Si en CiU mandara sólo Duran no habría la menor duda de que sería el socio ideal, pero Artur Mas ha apostado por radicalizar el discurso político de CiU hasta llevarlo a la orilla de Esquerra. Si gana el PP, pero sin mayoría suficiente, pasaría lo mismo, CiU, volvería a ser determinante. Dirán ustedes que la conclusión es que es mejor que haya una mayoría absoluta, pero no; las mayorías absolutas ya sabemos cómo han funcionado y es preferible que el gobernante de turno se vea en la necesidad de llegar a acuerdos con el resto de las fuerzas políticas. La conclusiones sólo son un lamento: que no exista ese partido bisagra. UPyD, el partido de Rosa Díez podría serlo, pero las cosas son como son. Los socialistas aborrecen a Rosa Díez, y en el PP la temen, de manera que si logra unos cuantos miles de votos será un milagro.