Mujeres atemorizadas Improvisación

SEGÚN la delegada del Gobierno contra la violencia sobre la mujer, Encarnación Orozco, las llamadas al teléfono de información y atención legal a las víctimas de violencia machista 016 se multiplicaron por cinco respecto de la media después de que cuatro mujeres murieran en un solo día a manos de sus ex parejas. Si la media es de 700 consultas diarias, el miércoles 27 de febrero se recibieron más de 3.600 llamadas. Este aluvión tiene que ver con «el miedo que sintieron las víctimas de este maltrato». Dos días después del martes negro, el jueves 28 de febrero, el número de llamadas cayó a 909, una cifra más próxima a la media. La delegada recordó que el 016 no es un número de emergencia para pedir asistencia después de una agresión, ni un teléfono de denuncia, sino de asesoramiento e información. Datos, en fin, que ratifican la necesidad de concienciar a las mujeres de la necesidad de solicitar ayuda en cuanto se perciben los primeros riesgos de una potencial agresión. DURANTE tres años y medio, el PP ha permanecido acomodado en sus tópicos, con cuya consolidación creía que tenía ganadas las elecciones del 2008. En cuanto se demostrase la veracidad de la «teoría de la conspiración», el Gobierno caería por su propio peso; pero llegó una sentencia que la desmontaba con meridiana claridad. Y en cuanto se conocieran los entresijos del fallido diálogo de Zapatero con ETA, el líder socialista no levantaría cabeza; pero la opinión pública ha aplaudido la iniciativa gubernamental en pro de la paz -según la encuesta de Noxa para La Vanguardia publicada ayer, el 58% de los ciudadanos cree que el Gobierno hizo bien intentando el diálogo y, lo que es más sorprendente, el 62% cree que habría que volver a intentarlo si se dieran las circunstancias adecuadas. En definitiva, cuando faltaba medio año para las elecciones, al PP se le han caído sus, en teoría, poderosos argumentos. Ni hubo conspiración, ni confabulación con ETA, ni España se ha roto irremisiblemente. Rajoy se ha tenido a poner a enjaretar precipitadamente un discurso. De ahí la sensación de improvisación que transmite su mensaje.