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JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LA CONFERENCIA Episcopal, encomendada al Espíritu Santo, y después de cantar el «Veni Creator», eligió nuevamente la línea dura del cardenal Rouco Varela. La Iglesia Católica, con esta decisión, se asegura una línea beligerante para los próximos años. Justo el día antes de su entronización, tenía que declarar en un juzgado de Madrid su locutor preferido y protegido, Jiménez Losantos. Sobre él pesa una querella presentada por el Sindicato Unificado de Policía (SUP), abrumadoramente mayoritario en el Cuerpo, tras las injurias y calumnias que ese locutor había vertido contra los policías que actuaron en Madrid el 11-M de 2004, atentado que la inmensa mayoría de españoles aún mantenemos en la retina. Nunca se borrará. Las soflamas del locutor llenaron de costras el alma de ciudadanos y de policías. Supimos que la actuación policial rozó el heroísmo, como el de los tédax, y que en todo momento cumplieron con eficacia y honradez. Con Rouco Varela como nuevo jefe episcopal, los periodistas facinerosos seguirán protegidos por las sotanas. Pero permítanme cambiar de asunto. Ha dicho en León el consejero de Presidencia y portavoz, José Antonio de Santiago Juárez, que el recurso de la Junta de Extremadura ante el Tribunal Constitucional contra el Estatuto de Castilla y León ha sido precipitado. Se lució. La verdad es que la Junta de Extremadura lo presentó el último día hábil y en el último minuto. Quizá es que para De Santiago Juárez lo idóneo es que los recursos se presenten fuera de plazo. Lo importante, de todas las maneras, es que la Junta extremeña tiene razón. Es totalmente insostenible la manía de apropiarse del agua por parte de las comunidades autónomas, se llamen Aragón, Cataluña, Valencia o Castilla y León. La prueba definitiva es que lo más comprometido de la sociedad civil, como las comunidades de regantes o las organizaciones ecologistas, son partidarias de que el Estado siga conservando todas las competencias de planificación hidráulica. Cuando el nuevo Estatuto de Castilla y León se atribuye la competencia exclusiva del Duero -no se olvide: es un río internacional- sólo puede entenderse como retórica para la galería. Bueno, y en esta agonía de la campaña electoral, quedan dos días, el flamante fichaje del PP, Manuel Pizarro, pasó por Ponferrada. Lo hizo para almorzar, más que para dar un mitin. En su intervención no mencionó para nada que hace poco más de tres años, siendo presidente de Endesa, decidió pagar el carbón leonés a un precio inferior al vigente internacionalmente. Fue una auténtica provocación a las empresas mineras leonesas y al recién constituido Gobierno de Rodríguez Zapatero. Ejerció de cúpula beligerante. Por fortuna, hubo empresarios en León que no aceptaron la imposición, aguantaron el pulso de Pizarro y no entregaron carbón a las térmicas durante meses. Finalmente, se vio obligado a pagar por el carbón leonés el precio internacional. En el almuerzo/mitin de Pizarro había empresarios, algunos muy destacados. No creo que hubiera muchos de la minería, que ya le aguantaron bastante como presidente de Endesa.

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