Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Los Beltrán Duguesclin

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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LA BAJA Edad Media fue un tiempo de crisis: pestes, problemas económicos, enfrentamientos sociales, división en la Iglesia. El siglo XIV, el de la Peste Negra, fue particularmente inestable desde el punto de vista político. Las luchas nobiliarias, las ansias por hacerse con los bienes de la Iglesia y especialmente el enfrentamiento dinástico entre Pedro el Cruel y su hermano bastardo Enrique de Trastamara ensangrentaron los campos de Castilla. En la guerra suscitada entre ambos, con participación extranjera incluida, Beltrán Duguesclin apoyó a Enrique con sus Compañías Blancas. Mientras sujetaba al rey para que su hermanastro lo asesinara en los Campos de Montiel, cínicamente se justificó: «Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor». Algunos actúan exactamente igual aunque desconozco, escribo el domingo por la mañana, si con los mismos resultados. Una vez más la banda ETA ha venido a interferir en las elecciones generales asesinando, de la manera más cobarde -por la espalda-, a un exconcejal de Mondragón, originario de un pueblo de nuestra comunidad. Que la intención de la banda asesina ha sido la de condicionar los resultados electorales es algo que sólo los más ingenuos pueden discutir. La fecha elegida -el día antes de la jornada de reflexión- y la víctima escogida -un socialista- no fueron tomadas al azar, pues los asesinos son perversos y miserables pero no imbéciles. Sé que el asesinato puede tener múltiples lecturas, y a eso se agarrarán unos y otros partidos en razón de los resultados electorales que hoy podremos leer en los periódicos, pero a mi no me cabe duda de que ETA lo ha hecho pensando en el futuro, es decir, con quién tiene más garantías de lograr algunas de sus pretensiones separatistas. Están por conocerse los resultados y por ver si esos objetivos de la banda terrorista pueden lograrse, doblegando al Estado. José Luis Rodríguez Zapatero dijo, a las pocas horas de conocer la muerte del ex concejal Isaías Carrasco, que ETA está vencida y lo sabe. Me gustaría pensar que fuera cierto, pero tengo dudas porque para lograr ese objetivo hay que creerlo. Durante bastantes años hemos visto cómo el terrorismo ha sido un arma electoral, cómo se han roto todas las alianzas entre los dos grandes partidos, que representan más del ochenta por ciento del electorado, y cómo no ha existido la menor voluntad política para recomponer los pactos antiterroristas. Es más, tras el atentado del viernes, como tras el de Barajas, ha sido imposible conseguir que el PSOE y sus aliados apoyen un texto en el que de manera explícita se diga que no se volverá a negociar con los terroristas y, por tanto, que se revoca la resolución de 2005 que permitía al gobierno el diálogo con la banda terrorista. ¿Por qué? ¿Sólo por no aceptar, en vísperas electorales, el error de una negociación que fracasó estrepitosamente o porque siguen pensando en que la solución es el diálogo? Desconozco los resultados electorales, pero soy escéptico sobre el futuro del terrorismo. Es probable que en los próximos años los problemas que más acucien a los españoles sean de índole económica y social, pues después de las elecciones habrá que hacer frente a las muchas promesas demagógicas que se han hecho, y la situación económica no parece ser la más idónea para cumplirlas. El paro, la inseguridad ciudadana, la inmigración galopante e incontrolada son cuestiones que se agudizarán, aunque tienen solución. Pero el terrorismo y la organización territorial del Estado seguirán siendo los problemas más graves para el futuro de la convivencia de los españoles, porque los dos grandes partidos no son capaces de ponerse de acuerdo. Los intereses de partido, los electorales, siguen primando sobre los nacionales. Quizá sea necesario que la s ituación se deteriore aún más para que a los políticos les entre un poco de cordura. Mientras tanto los Beltrán Duguesclin seguirán condicionando nuestras vidas.

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