Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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LOS CAFÉS son espacios de civilización que han contribuido decisivamente a la educación sentimental de sucesivas generaciones de parroquianos, ávidos de conversación y calor humano. Los locales de antaño, todo un festín de cotilleo y politiqueos, han dado paso a experimentos tan futuristas como los establecimientos donde uno puede ponerse al día sobre los últimos avances en clonación o cambio climático, un tema muy del gusto de la familia Rajoy. Son los llamados cafés-científicos, sabios reductos para especialistas que, mientras apuran su cafelito, escuchan al conferenciante de turno disertar sobre los entresijos de la nanotecnología u otras fruslerías de parecido calibre. En Arabia Saudí, sin embargo, aún perviven esos antros donde se consume un brebaje que, en palabras de Talleyrand, debe ser caliente como el infierno, negro como el diablo, puro como un ángel y dulce como el amor. Romance era, precisamente, lo que estaba buscando un profesor universitario de aquellos remotos confines, condenado según una torrefactante sentencia a ocho meses de cárcel y 180 latigazos por estar en una cafetería acompañado por una mujer que n o era su parienta. El aprendiz de Casanova se puso hecho un figurín para sumergirse en el lodazal del vicio, seducido por una coqueta endiablada que se olvidó por una tarde del zurcido y del cocido para desplegar todas las artimañas de la lascivia. Al pobre no le llega la camisa al cuerpo ante la manta de palos que se le avecina, como premio a su apetito por los groseros intercambios carnales. A pesar del obispo O' Rourke -Rouco o como se llame-, aquí en España no hemos llegado a tanto, pues el refranero sólo aconseja para casos seme jantes eso de: dime con quién andas, y si está buena me la mandas.

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