Diario de León

EN EL FILO

El PP rompe sus cadenas

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FEDERICO ABASCAL
León

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LOS DESEOS del presente subrayan a menudo carencias del pasado, y las pretensiones poselectorales de Rajoy -o condiciones para seguir en el cargo- confirmarían la sensación de dependencia que el líder del PP ha transmitido durante la pasada legislatura, especialmente cuando apuntaba un discurso más liberal que aceradamente conservador, y los portavoces oficiales salían al paso con postulados neocarcas. El hombre es él y sus circunstancias, y las de Rajoy han cambiado automáticamente nada más percibirse en las baronías populares que el líder nuevamente derrotado en las urnas acariciaba la idea de marcharse a casa o a un Registro de la Propiedad en una de sus provincias predilectas. Dada la relatividad del hombre en el espacio, el mutis de Rajoy hubiera producido en el PP un vacío aparentemente mayor que el que llenaba su presencia, y el pánico ante ese vacío ingobernado y una sensación entre los populares de que Rajoy como político no está amortizado totalmente han aconsejado su continuidad, lógicamente condicionada esta vez a que un congreso decida en junio si se le concede toda la independencia que reclama. Esperanza Aguirre ha visto que no se producía el vacío que ella misma pretendía ocupar, e inmediatamente se ha declarado no beligerante, anunciando que no va a presentar su candidatura en el congreso de junio y que ella pertenece al equipo de Rajoy, y eso sin que Rajoy la haya incluido, al menos de momento. Sabe Rajoy, porque la misma Aguirre se lo ha dicho como advertencia disuasoria, que la presidenta de Madrid tiene terminales mediáticas de cierta sonoridad, aunque se trate de sonoridad disonante, entre las que llegó a mencionar la Cope episcopal, el diario El Mundo, ¿La Razón? y obviamente Telemadrid, en la que manda sin el menor complejo. Contemplando el mapa del PP se observa que a medida que la mirada se desvía del centro hacia la periferia se van debilitando las posturas dogmáticas y el temor al poder central, visible e invisible. Es decir, cuanto más lejos de Madrid, más independiente se sentiría la militancia popular, como en Valencia, donde el hiperlíder Camps se ha desprendido de Zaplana, hombre de Aznar, porque en su comunidad no quería verlo. Zaplana, Acebes y el mismo Aznar habrían perdido también el 9-M las elecciones, tras haberse negado durante cuatro años a aceptar que habían perdido las del 14-M. O sea, que el 9-M han perdido dos veces: las de ese día y las que arrastraban pendientes.

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