EN POCAS PALABRAS LETRA PEQUEÑA
Gallardón y su futuro político Doble moral
EL ALCALDE de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se quedará en la alcaldía y no dejará la política. «La decisión de Rajoy de presentarse al congreso (del PP) exige un ejercicio de responsabilidad que me lleva a la obligación de seguir en el puesto de alcalde», afirmó. En este sentido, en su primera comparecencia ante la prensa desde que anunciara que iniciaría un «periodo de reflexión» sobre su futuro en la política cuando conoció su exclusión de las listas electorales, Gallardón fue contundente: Afirmó también que no contempla la posibilidad de que la Comunidad de Madrid no le dé el visto bueno al eje Prado-Recoletos, su proyecto estrella para esta legislatura, al que sometió su permanencia en la política. Estas idas y venidas desacreditan el quehacer público y merman la buena imagen de Gallardón porque ocultan inequívocamente ambiciones insatisfechas que pueden ser legítimas pero que forman la hez más indecorosa de la política. EL ESCÁNDALO que ha provocado la dimisión de Eliot Spitzer, gobernador Nueva York, ha dado la vuelta al mundo. Spitzer, un dirigente muy destacado del Partido Demócrata, se ha visto obligado a dimitir tras reconocer que había sido cliente de una red de prostitutas. La prensa descubrió la doblez de quien cuando era fiscal se hizo un nombre persiguiendo de manera implacable la prostitución, colocando, de paso, los pilares sobre los que después levantó su carrera política. Quiere decirse, pues, que estamos antes un caso de doble moral; una conducta nada infrecuente entre la clase política de uno y otro lado del Atlántico. No dimite por putero -asunto de moral privada sobre el que debería opinar sólo su familia-; no es la cuestión de fondo. En éste asunto, como digo, lo rechazable es que Spitzer, un político cercano a los Clinton y que se dejaba querer cuando le preguntaban por sus aspiraciones a la Casa Blanca, ha resultado ser un fariseo: un exhibicionista de la virtud de la que carecía. Un tipo, duro, implacable, con los demás y condescendiente hasta lo insospechado consigo mismo. Patético. No se le echará de menos.