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Publicado por
CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
León

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LA DIRECCIÓN del PP ha reconocido formalmente la victoria del PSOE pero no su propia derrota. De seguir así las cosas, no va a ser fácil que Mariano Rajoy haga la autocrítica. Por el contrario, con los cambios de tipo personal que acaba de hacer da a entender que no va a cambiar las formas de hacer política. Por lo que se refiere a los cambios en la dirección ha actuado con suma rapidez: ha prescindido de Zaplana como portavoz del grupo parlamentario y le ha sustituido por González Pons. Así mismo Ángel Acebes será reemplazado por Pío García Escudero. En realidad, el sentido profundo del cambio viene dado por el pacto de Rajoy y Camps, y, por tanto, del extrañamiento de Esperanza Aguirre. Entre Valencia y Madrid, Rajoy ha preferido a aquella. No todo son cuestiones personales. Al contar con Camps, el líder del PP sigue justificando el gran error que supuso la aceptación de los cambios de los estatutos y, por tanto, el cambio de modelo de Estado que ha sido el principal renglón del proyecto de Rodríguez Zapatero. La conquista de la hegemonía y de un nuevo electorado se han debido a la superación del régimen autonómico por el confederal... En estas condiciones, Mariano Rajoy ha anunciado la celebración del congreso del partido que deberá celebrarse en junio y la presentación en él de su propia candidatura. Al actuar así plantea una salida aparentemente democrática, porque, en realidad, se trata de la creación de una situación violenta. ¿Quién se atreverá a presentar una candidatura alternativa a la del propio Rajoy? Hacer tal sería interpretado como un desafío no sólo a éste sino a la unidad del partido. Es claro que, dada la estructura oligárquica del PP, como la de cualquier otro partido, la dirección no va a encontrar dificultades especiales para llevar adelante sus decisiones... a no ser que alguien se atreva al desafío. De forma abierta, de modo frontal. Si se diera esta eventualidad, estaríamos ante la coronación de un estado de ánimo en el colectivo partidario. Ante una situación de exasperación. No cabe descartar tal posibilidad. El PP ha demostrado a lo largo de estos últimos años que es un partido de una enorme vitalidad. Más aún, han sido los militantes y los votantes los verdaderos protagonistas de una serie de manifestaciones históricas con las que se ha podido demostrar que estamos ante un partido democrático de una envergadura poco común.

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