AQUÍ Y AHORA
De la basura al mamarracho
ESPERPENTO es palabra demasiado noble. Cuadra mejor mamarracho. En el esperpento puede hasta existir un atisbo de genialidad extraviada, en el mamarracho solo habita la sal gorda y la burda chabacanería. La España televisiva, que es el espejito en el que cada día se contemplan casi todos los españolitos, es hoy más que nada una continua pasarela de mamarrachos. A uno de ellos, complacidos con nuestro desfile de fantoches, lo hemos exportado a Eurovisión para así revolcarnos internacionalmente en el ridículo. Los llamados programas de entretenimiento empezaron a pensar en irle poniendo alguna puerta a la basura. Se podía seguir encontrando cada día un piara de fulanas que se encamaran con alguien sin cobrarle pero sacándose una pasta mucho más gansa contarlo, se podía continuar exhibiendo chulos, alcahuetas, huelebraguetas y la turbamulta rosa y ansiosa, se podía buscar sustituto de Jorge Javier en su declive hacia Albondiga Gay , se podía y se puede y se sigue haciendo. Pero había que girar. Y el giro lo han encontrado los presuntos modernos de la cosa. España ha de pasar, con la bendición de los gurus de lo progre, de la basura al mamarracho y la transmutación ha de ser reverenciada y acogida por nosotros como una enorme contribución a la modernidad, a la investigación sociológica y hasta al arte abstracto. Eso ya lo ha dicho la Milá y ha colado. ¿Por qué no iba a colar los del Chikiliquatre del Buenafuente? Quizás hasta el experimento tenga algo bueno: no volver a Eurovisión, un, en sí mismo, mamarracho global y colectivo. Por los platós, sobre todo por los más modernos pasan a cada instante, convertidos en referentes sociales y como si ellos hubieran de ser el ejemplo a seguir, una ristra continua de mamarrachos que han encontrado su sustento en fama en hacer de mamarrachos. Pasen y vean, me da igual que sea el Motos, la H, el Buenafuente o la Tarrega . Protagonizan las series más vistas, los llevan a pasar calamidades, a revolcarse entre edredones o a que se los coman los mosquitos. La clave esencial es ser y hacer el mamarracho.