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Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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SE SABE QUE LA democracia interna de muchos partidos que se dicen democráticos es nula, pero también que suelen intentar disimularlo un poco con sus congresos, sus asambleas, sus primarias y sus cosas. Pero hay un partido, precisamente el que más recaba para sí la posesión de las esencias constitucionales, al que se le hace un mundo disimular: el PP. A Rajoy le nombró a dedo Aznar, y ahora todos esperan que el dedo de Rajoy les designe un lugar propicio para el medro, o para la supervivencia, siquiera mientras llega el congreso de junio, y con él, el dedazo definitivo y espectacular. Entre tanto, todos los que aspiran a sucederle, que son casi todos, le ofrecen sus sinceros votos de afecto y adhesión incondicionales, que es lo que hacen los herederos, mejor dicho, los que quieren heredar, mientras el testamento está en el aire, en espera de su redacción definitiva. Hay algo ominoso, ciertamente, en la actitud y en la conducta de los barones del Partido Popular, capaces de todo, al parecer, menos de hacer la autocrítica de sus dos derrotas electorales consecutivas, o, lo que es lo mismo, de la invalidez de sus propuestas a la sociedad española. Todos se muestran tácitamente de acuerdo en sustituir esa catarsis que les vendría tan bien por el sacrificio, cual chivos expiatorios, de Zaplana y Acebes, a los que designa ahora como únicos artífices del discurso ultraderechista y perdedor del partido, cuando lo cierto es que ninguno de los que ahora se postulan en silencio obró ni se expresó durante estos cuatro años de diferente manera, en plan ni más centrado, ni más liberal. El propio Rajoy, al que le gusta cultivar cuando le conviene la figura del hombre bondadoso y tolerante que se ve involucrado en el extremismo de sus subordinados, ha consagrado, si no inspirado, el sacrificio de los más significados de éstos, cual se deduce de su ninguna insistencia, siquiera por urbanidad, a que Zaplana siguiera hasta junio ocupando su cargo, razón por la que se fue exactamente cinco minutos antes de que lo echaran. Ahí están los herederos planeando en círculo sobre el cuerpo yacente (las aspiraciones de gobierno del PP) que todos ellos contribuyeron a matar.