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Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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DIEGO GELMÍREZ, el gran obispo que hizo de Santiago la gran sede metropolitana y principal impulsor del camino jacobeo, reconstruyó Cacabelos hace ahora 900 años. Según la Historia Compostelana, en el año 1108, el arzobispo Gelmírez reconstruyó Cacabelos, lugar que, al parecer, estaba destruido: «Reconstruyó -dice la citada historia- el burgo de Cacavelos, que encontró derruido hasta el suelo, y tras hacer allí casas de gran lucimiento, consagró una iglesia». No construyó de nuevo sino que reconstruyó la villa, porque ese lugar existía anteriormente. Cacabelos es citado en la donación de Bermudo II a finales del siglo X, en relación con la fundación del monasterio de Carracedo y, mucho antes, fue asiento de la ciudad romana de Bergidum Flavium. Por Gelmírez, Cacabelos constituyó un clave de Santiago en plena diócesis asturicense hasta el siglo XIX. La importancia de la fecha es evidente. Probablemente a finales del siglo X, Cacabelos fue destruido por alguna razzia agarena. El hecho cierto es que el arzobispo lo reconstruyó y consagró la iglesia. Posiblemente esa iglesia no es otra que la parroquial, de la que aún se conserva el espléndido ábside románico adosado al este de la actual iglesia construida en el siglo XVI. Es este un motivo más que suficiente para que se celebren ambos hechos. Así lo ha proclamado el párroco, que piensa organizar actos que recuerden la consagración de la iglesia, pues no todos los días se cumplen novecientos años de una iglesia parroquial aún en pie, pese a los avatares de la historia y la incuria del tiempo. También me consta que la corporación municipal piensa festejar la reconstrucción de la villa, efemérides que puede relacionar con otra no menos interesante, como fue la batalla ocurrida a orillas del Cúa en uno de los primeros días de enero del año 1809, en la que moriría el general Colbert. El sábado nos enterábamos por la prensa que el alcalde de Camponaraya, Antonio Canedo, anunciaba una exposición del Ministerio de Defensa sobre la Guerra de la Independencia, en su pueblo. Al parecer, el motivo es el fusilamiento de un vecino de esa localidad en la montaña de Príncipe Pío el 3 de mayo de 1808, algo que ya conocíamos. Por las listas del Cuartel de Palacio sabíamos que en los aciagos hechos de mayo de 1808 participaron varios leoneses, siete de los cuales murieron, unos por las heridas sufridas y otros fusilados. Los muertos eran de Benavides, La Alberquina (obispado de Astorga), San Justo de Cabanillas, San Miguel de las Dueñas y otro del Bierzo sin especificar el lugar. Los fusilados en Príncipe Pío fueron Antonio Zambrano, de la Vecilla, un albañil que trabajaba en la iglesia de Santiago, desde cuyos andamios apedreó a los gabachos que reprimían a los patriotas madrileños; y Rafael Canedo, natural de Camponaraya, del que no conocemos más datos sino que estaba casado. Lo que desconocíamos, y es la asombrosa noticia del alcalde sin referir de qué cosecha la toma, es que el dicho Rafael, de igual apellido que el regidor, es el que Goya representa en el celebérrimo cuadro de los fusilamientos del 3 de mayo, justamente la impactante figura en camisa blanca y brazos en cruz, como un nuevo Cristo, que representa la dignidad de los caídos por amor a la patria y el horror de la guerra. Goya, como se sabe, no presenció los fusilamientos que pintó seis años después con una alegoría contra la guerra, pero quizá el alcalde tiene datos que han escapado a los historiadores ¡Enhorabuena!.