EL RINCÓN
Solución inmediata
SI SE LES PREGUNTA a los jóvenes su opinión acerca de los políticos españoles, la respuesta es que ocupan el último lugar en los índices de credibilidad, o sea que son los primeros en el ráking de embusteros ¿Cómo se puede corregir esta solución? Es muy fácil: no preguntándole nada a los jóvenes. Claro que si se les interrogara a los viejos se obtendría un resultado muy similar. Siete de cada diez ciudadanos, independientemente de su edad, están convencidos de que los políticos, según el barómetro del CIS, «sólo buscan su interés personal». Al parecer, el universo en el que pasamos una corta temporada tiene 13.730 millones de años, pero se conserva tan bien, en términos comparativos, como mi admirado Francisco Ayala. Los problemas fundamentales jamás han tenido arreglo, ni lo tendrán hasta que este planeta sea engullido por el Sol. No es cosa de preocuparse, ya que eso sucederá, según los científicos, dentro de 7.590 millones de años. Lo que interesa solucionar es el día de mañana, aunque sea lunes. ¿Cómo impedir que los muchachos tengan tan mala opinión de los políticos y muestren su desprecio hacia ellos cada vez que se les pregunta? La solución, ya digo, está clara: no preguntándoles. El problema de la vivienda les ha aplazado el porvenir y una cuarta parte de los menores de 17 años está en riesgo de caer en el umbral de la pobreza, que está más allá, pero sólo un par de pasos más, de la pobreza auténtica. ¿Qué van a opinar sobre los que viven de pronunciar discursos? Por si fuera poco, al Decálogo se le ha añadido un marmóreo suplemento y hay más pecados mortales de necesidad. No como los veniales, que se perdonan con agua bendita o con agua tónica. Da igual.