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Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

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NO SÉ en qué parte del juramento hipocrático viene recogido el derecho de huelga de los médicos, pero me apuesto algo a que entre esos principios éticos no está el utilizar el dolor ajeno para obtener beneficios propios. Ni siquiera voy a entrar en si son lícitas o no sus reclamaciones. Cuando causan tanto perjuicio como el que están padeciendo los ciudadanos, la razón inevitablemente se pierde. No entiendo con qué coraje profesional puede presionarse anunciando al menos cuatro semanas más de huelga, con un daño que ellos mismos calculan en 150.000 consultas anuladas en León, y 3.000 operaciones aplazadas, además de «incontables» pruebas médicas que no se han realizado. ¿Consultas anuladas? ¿Es que las dolencias de los enfermos no atendidos se van a curar? ¿Acaso se propone aplicar con carácter de medicamento genérico y general la purga de Benito? Me asusta pensar cómo se va a recuperar la normalidad en las consultas y los plazos, cuando la normalidad era ya de por sí un desastre de esperas, tardanzas e inconcebible masificación rebañil en las salas de espera. Me horroriza la indiferencia ante la angustia de quien se siente enfermo o padece el pinchazo de temer y no saber, que suele resolverse en general precisamente con las pruebas y las consultas de los especialistas. Si me van a decir que se están atendiendo los casos urgentes, permítanme apuntarles que sólo faltaba. Hace pocos días charlábamos sobre la huelga médica, y con licencia de la brutalidad del humor negro comentaba: «Los que se hayan muerto mientras ya no son problema, pero a ver qué hacen con todos los que siguen vivos¿» ¡Qué bestia, hija!, me comentó un estremecido contertulio. Francamente, no creo que sea yo la insensible.

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