EN EL FILO
Cinco años de la guerra de Aznar
SE HAN cumplido cinco años de la orden que el presidente de Estados Unidos dio de bombardear la capital de Irak, Bagdad, como paso previo para la invasión del país con sus propias tropas y fuerzas británicas, y con el apoyo que también brindó al gobierno norteamericano el entonces presidente José María Aznar. Para celebrar tan fausto acontecimiento Aznar ha hecho unas «vibrantes» declaraciones a la BBC, que es improbable que «perpetraran» los otros dos sonrientes fotografiados en Azores, Bush y Blair. Dice Aznar, con notable desparpajo -en su inglés atemorizado- que ahora mismo, y tras esos cinco años de guerra sangrienta, «la situación en Irak no es idílica, pero sí muy buena». Y no muestra el menor arrepentimiento o duda sobre lo que volvería a hacer. Explica que «hay libertad en el país y existe la posibilidad de establecer una democracia. Y que «el mundo está mejor sin Sadam Hussein y sin los talibanes», aunque nunca pudo demostrarse que existieran las armas de disuasión. Sigue diciendo Aznar que aquella reunión de las Azores fue un momento importante para el mundo, y que la recuerda con especial intensidad. Aznar, con aquella intervención insólita y condenable, consiguió que multitud de españoles salieran a las calles para condenar la guerra, y logró la derrota en las elecciones de hace cuatro años. Posiblemente también ha continuado teniendo peso en las urnas del pasado día 9. No se olvida fácilmente que un Gobierno, por el protagonismo personalísimo de su presidente, conduzca a su país a una guerra indeseable. Incluso sin haber escuchado a su vicepresidente, Rodrigo Rato, «expulsado» por esa oposición de la posibilidad de ser el candidato elegido para sucederle en la presidencia del PP y del Gobierno. A Rajoy no le pasó nada parecido, aunque ahora, en esta campaña electoral, haya admitido que inmiscuirse en aquella guerra, fue un asombroso error de su antecesor y designante jefe. No hay duda de que el deseo de Aznar era llevar a España a una posición preeminente en la escena internacional. Quiso «codearse» con los grandes, Bush y Blair, suponiendo que eso significaría petróleo muchísimo más barato y negocios a raudales, para centenares de empresas españolas. De entre las frases de este día, nos parecen frontalmente despreciables todas y cada una de las de Aznar. Y, en cambio, son especialmente dignas de aprecio y elogio las de la canciller alemana, Angel Merkel, en el Parlamento israelí: Alemania siente vergüenza por el holocausto. Nos avergüenza el holocausto. La shoah llena de vergüenza a todos los alemanes.