CRÓNICA SEMANAL
Ante una legislatura de pasión
DESPUÉS de una Semana Santa de introspección vivida fuera de Madrid por Zapatero, de un lado, y Rajoy por otro, comienza mañana el curso político de la nueva legislatura. La asignatura principal e inmediata del PSOE son las alianzas para conseguir los siete diputados que faltan para la investidura: o Convergencia de un golpe, poco probable, o una mezcla de PNV -seis diputados-, BNG - dos más- y los dos de IU de propina. Y si quieren, hasta otros dos de Coalición Canaria. Oferta variada y precios muy caros: con el PNV será incómodo porque el partido va por un lado relativamente razonable y el lendakari Ibarretxe está enrocado en su consulta para octubre, a todas luces ilegal. Y con el viejo Arzallus pidiendo política más radical. Con Convergencia la factura pro forma, salvo que se cambie, exige desalojo de Montilla de la Presidencia de la Generalitat, utopía pujolista inalcanzable porque Zapatero manda en el PSOE pero, estatutos en mano, no en el PSC. Y Montilla quiere mantenerse en un gobierno que sufre sobresaltos, porque los socios de Ezquerra han acreditado una gran capacidad artística y acrobática, pero que se consolida, al menos la figura pausada y eficaz de su presidente. Hasta mitad de abril no habrá nuevas Cortes y nuevo Gobierno por lo que las crónicas viven en estos días de rumores: que si Bono al Congreso con Tere Cunillera, del PSC, como Vicepresidenta primera; que si Alonso o Ramón Jáuregui como portavoces parlamentarios; que si Blanco a Fomento y Elena Valenciano en su puesto, etcétera. Todo eso no dejan de ser detalles, sin duda importantes, pero, de momento, detalles. El gran resultado se supo la noche del 9 de Marzo: Zapatero presidente aunque necesitará algunos apoyos. La ciudadanía decidió no darle mayoría absoluta, algo temido, incluso entre bastantes de los suyos. Alianzas: ahí sí hay algo a decidir ahora que no es de detalle. Y con qué programa: eso es lo importante. En el otro gran partido las decisiones a tomar no son pocas ni secundarias. Ya supimos 48 horas después de cerrarse las urnas que Rajoy continuaba. Primera decisión importante. Ahora falta saber con quién continua. No debe aliarse con otras fuerzas como Zapatero para la investidura pero componer una dirección en un gran partido con tantas familias como el Popular no es sencillo, sobre todo si ha anunciado que «lo haré con mi equipo», lo que suena a ruptura con situaciones anteriores. No se olvide nunca como referencia la gran cabeza política de Adolfo Suárez cuando decía: «Solo presidí gobiernos monocolor de UCD pero en realidad fui el primer presidente de gobierno de coalición en España porque allí dentro tenía liberales, democristianos, socialdemócratas y azules». Por el mismo criterio, y en honor a la verdad, Rajoy tiene centristas, liberales, cristianos de varias congregaciones e institutos seculares y hasta ex azules de distinta intensidad. Y una gran posibilidad: formar un buen equipo que reme en la misma dirección y que gane credibilidad frente al Gobierno para llegar en mejores condiciones a la próxima cita electoral. Ambos líderes, Rajoy y Zapatero, tienen cosas muy importantes a decidir y además la que interpretan comentaristas y observadores: ponerse de acuerdo en asuntos de fondo muy importantes para el país y ahorrarnos otra legislatura de crispación, «la peor de toda la democracia», según dijo Marin el día de la Constitución. No será de crispación, esperemos, pero sí de pasión, en todos los sentidos. El país no va ni tan bien como decían los socialistas ni tan mal como manifestaban los populares. Pero necesita reformas importantes y ahora hay mayoría sólida -entre los dos grades- para acometerlas. Faltaría solo voluntad y eso depende de ellos. ¿Tiene sentidos después de 30 años de democracia que IU se quede con dos diputados recibiendo un millón de votos y otros con el doble o más, recibiendo menos de la mitad?. Juan Luis Cebrián, en una interesantísima conferencia en el Club Siglo XXI, a punto de cerrarse la campaña electoral, anunció su «Manual de Instrucciones» para esta legislatura. No se lo pierdan. Recuperenlo n el ciberespacio. Vale la pena.Y otra acepción de la palabra «pasión». La del Calvario. La que le insinúan a Mariano Rajoy algunos poderes mediáticos que se han sentido influyentes hasta ahora en la derecha española y que no quieren perder poder. Interesante panorama.