EL RINCÓN
Los disgustados
LOS PARTIDARIOS del Real Madrid achacan su duradero bache al rostro de su entrenador, que refleja un permanente estado de íntimo cabreo. Su superficie facial no es acorde con su sueldo y ya sabemos que la cara, además de ser el espejo del alma, es el espejo del resultado de cuentas. Pues bien, sería injusto acusar a Schuster, gran jugador y presunto gran entrenador, de haber ejercido una malévola influencia sobre la vida española, pero lo cierto es que el malhumor se ha instalado en diferentes ámbitos. Hay malestar en la llamada «vieja guardia del PSOE», que por cierto no es tan vieja, ya que se quitaron todos de en medio y dejaron solos a los comunistas durante muchos años. ¿Por qué no están de acuerdo con la elección de José Antonio Alonso de portavoz del Congreso? El señor Alonso es eficiente y sereno, dos cualidades no frecuentes entre españoles. Además, está bien educado, lo que aún es más anómalo. Se le reprocha que no tenga carné del PSOE, que es algo parecido a no dejarle entrar en el Bernabéu a quien no tuviera carné de socio del Madrid. También ha generado cierto descontento, mejor dicho, un descontento cierto, el hecho de que Farruquito, el gran bailaor y pésimo conductor, haya logrado el tercer grado penitenciario. De nuevo aquí juega un papel importante el asunto del carné, bien sea de un partido político o de la DGT, pero sobre todo lo que importa es el evidente incremento de la crueldad en la sociedad española. Parece como si todo el mundo tuviera deseos de vengarse, ya por acción o por omisión. Si se hicieran encuestas sobre cordialidad daríamos las cifras más bajas desde la muerte del general de alta graduación. El español es un lobo para el español. O más bien un bobo.