Casi gratis

MARI LUZ debería de estar viva, peor no lo está porque un monstruo ha acabado con su vida. Peor la responsabilidad de lo que le ha sucedido a Mari Luz no es solo de Santiago del Valle, de su esposa y de su hermana, sino de que la Justicia no tiene instrumentos suficientes para plantar cara a éstos monstruos que son capaces de abusar de los niños. En España la pedofilia y la pederastia salen casi gratis. Y si no ya me dirán si es lógico que un hombre que abuso sexualmente de su hija de cinco años sólo fuera castigado con dos años de prisión. Y la madre de la niña, consentidora del horror también se fue de rositas. Porque eso es precisamente lo que la Justicia condeno a Santiago del Valle por abusar de su propia hija, sentencia de la que se libró porque recurrió y claro le dio tiempo a abusar de otra menor de nueve años. Todo esto con la complicidad repugnante de su mujer. Lo cierto es que los pederastas y pedófilos actúan con bastante impunidad en nuestro país y en todo el mundo, precisamente porque las leyes son muy benévolas con ellos, algo que es incomprensible porque si la Ley tiene que proteger a alguien es a los más indefensos, y los niños están en esa categoría. Pero vivimos en una sociedad hedonista donde todo vale, incluido el convertir a los niños en fuente de consumo para esos depravados que son los pederastas y pedófilos. La cuestión es que Santiago del Valle y su esposa nunca debieron de estar libres, porque no sólo eran un peligro para su propia hija sino para los hijos de los demás. Y que quieren, eso de que la primera condena por abusar de su hija fuera «más benévola porque el individuo en cuestión es un esquizofrénico paranoico, produce escalofríos. Da lo mismo que a un niño le viole o abuse de él un esquizofrénico que otro que no lo es, porque lo que importa es el daño irreparable que se hace a esa criatura. Mari Luz ha perdido la vida porque el sistema permite que éste tipo de personajes nauseabundos como Del Valle, su esposa y su hermana, anden tan tranquilos por la calle. Tenemos un sistema que no funciona como es debido a la hora de proteger a los niños.