CANTO RODADO
Compromiso con la realidad
DECÍA Rafael Azcona, que en paz descanse, que su muerte no le preocupaba, que el problema de buscarle un sitio para enterrarle o lo que fuera les quedaba a los vivos, a su familia. ¡Cuánta razón llevaba!. La muerte, las muertes que vamos anotando en nuestra biografía nos arriman sin quererlo al precipicio de la mortalidad y nos van agujereando el alma de pérdidas. Unas más grandes y otras más pequeñas, unas más profundas y otras quizás superficiales. Ninguna indiferente. La muerte repentina, inesperada, de Chencho, ha anotado una nueva pérdida, en esa parte tan fundamental de la vida que es el trabajo, la profesión que estrené junto a un singular grupo de estudiantes cuando su Balcón del Pueblose convertía en un referente en el periodismo de opinión. La muerte de Chencho ha sido un nuevo portazo a aquella época, que marcó el fin de la máquina de escribir y la era del ordenador, el reinado de la informática sobre las redacciones. La revolución tecnológica no sólo acabó con las linotipias, transformó la profesión y la sigue transformando, para bien y para mal. Hoy hay más técnica periodística y menos pasión y, desde luego, las relaciones con la clase política han cambiado mucho de escenario: se ha pasado de los bares a los despachos de los gabinetes de prensa, de las confidencias bajo los efluvios del alcohol y el humo del tabaco a los desayunos saludables bajo el testigo de las cámaras. Del periodismo de calle, la dura y curtidora calle, al periodismo de oficina. A Chencho le seguía más desde su balcón en estas páginas que por las calles y los bares que transitaba, pero no hace mucho tiempo que coincidí con él en La Bañeza, su patria chica. Moderaba una mesa que organizaron el Ayuntamiento de La Bañeza y la Asociación de Amigos de Portugal en España para reivindicar la autovía de León a Bragança. Lo hizo con la soltura de quien tiene a sus espaldas el aval de la experiencia y el don de la ironía. Esa estampa, con la que me quedo, me recuerda que, con todos los medios a su alcance, hoy el periodismo tiene igualmente un compromiso ineludible con la realidad, con el tiempo que a cada cual le toca vivir.