Diario de León
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VICTORIA LAFORA
León

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EL SILENCIO, bien administrado, tiene en política un valor importante. Es el no ruido que precede a los grandes cambios en gobiernos y partidos; compañero de catarsis y cambios generacionales. asta el lunes no sabremos si el mutismo de Rajoy forma parte de esos silencios políticos que presagian la tormenta o ha sido, simplemente, una muestra más de su galaica capacidad para dejar empantanarse los problemas hasta el último minuto, con la vana esperanza de lograr una solución in extremis por agotamiento del contrario. Hay quien dice que haber dado un simple nombre antes del lunes, fecha tope pues el martes se inicia la legislatura, habría evidenciado la guerra soterrada que se libra en el PP por hacerse con el control del partido antes del congreso de junio; que el silencio de Rajoy no es más que una maniobra para que el miedo mantenga calladas las voces levantiscas y así ganar tiempo. De momento lo único que sabemos es que Mariano Rajoy ya tiene las caras y los nombres de su equipo en la cabeza, que se fía de muy poca gente, que entre estos están Soraya Sáenz de Santamaría y Ángel Acebes (sí, sí, Ángel Acebes) y que Esperanza Aguirre se ha ido a Argentina sin haber cruzado una palabra con Rajoy y sin haber sido consultada sobre los cambios en el equipo del que con tanto entusiasmo dijo formar parte. ¿Será que no se fía de ella? Por cierto, la fatídica noche electoral en la que el PP perdió las elecciones, para salir al balcón de Génova, Rajoy tuvo que atravesar el despacho de Esperanza Aguirre. Cuentan los que iban con él que ni la miró. No le hizo un gesto para que le acompañara y, cuando ella intentó seguirle, un brazo la retuvo «por orden del jefe». Rajoy abandonó el balcón seguido de su mujer, de Pizarro y de Acebes, sin un gesto a la presidenta de Madrid. Los testigos dicen que Esperanza abandonó Génova de «bastante mal humor». Volviendo a los silencios; el desconcierto es tal que conspicuos representantes del principal partido de la oposición cuyos nombres habrían figurado en todas las quinielas de ministrables, caso de haber ganado esta partido las elecciones, se vean ahora postergando entrevistas con el argumento de que no saben lo que va a ser de su vida política hasta que el lunes próximo Mariano Rajoy les aclare si cuenta o no con ellos. Esperemos que, en este caso, el silencio sea el preámbulo del gran cambio que el PP necesita desde hace mucho tiempo.

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