Rajoy va haciéndose equipo

RAJOY NO HA sorprendido a nadie, o a casi nadie, al anunciar los nombres de los portavoces parlamentarios de PP. Entre hacer un equipo a su gusto o intentar complacer a las corrientes vivas del partido, visibles e invisibles, el líder ha optado por homenajearse a sí mismo, echando mano del reducido grupo de sus fieles, entre los que destaca Soraya Sáenz de Santamaría, designada nuevo látigo (por utilizar una expresión inglesa) del grupo parlamentario popular en el Congreso. Dirigirá el grupo de senadores el renovado portavoz Pío García Escudero. Ambos portavoces, especialmente Soraya, desarrollarán en el día a día de las cámaras legislativas la estrategia política de su partido. La portavoz del Congreso ya ha dado pruebas de su contundencia dialéctica en respuestas parabólicas a afirmaciones socialistas, pero aún no se ha enfrentado en un duelo cara a cara a un adversario en el calor de un pleno. De la autoridad de estos cargos depende en gran medida el funcionamiento de los grupos, que suelen expresar su distanciamiento o discrepancia con la tibieza de sus aplausos, que desmorona el ánimo de cualquier político. Y esto sucede en todos los partidos, como podría atestiguar el mismísimo PSOE. La pegunta ahora es si Rajoy podrá imponer a sus diputados el nombramiento de dos personas afines a él. Antes de comunicar ayer sus nombramientos al más alto órgano del PP, Rajoy leyó un discurso sin especiales matices, pues vino a reiterar las generalidades más manejadas durante la pasada legislatura, desde la disposición popular al consenso en asuntos de Estado, como la lucha antiterrorista, la política exterior, de Defensa o social, a la negativa a ceder al adversario ni un metro de terreno, por lo cual no se desprenderá el PP de ningún puesto en las mesas de las Cámaras porque la pluralidad que desea ver reflejada el PSOE en las mesas no es la que decidieron los electores en las urnas. El congreso nacional se celebrará del 20 al 22 de junio, y no será extraordinario sino ordinario, pues se trata del que iba a celebrarse en octubre y fue aplazado por las elecciones en ciernes. Es importante para Rajoy porque le garantiza tres años sin congreso, aunque deberá examinarse en la tacada de elecciones autonómicas y europeas que se celebrarán en el primer tercio de la legislatura. Rajoy ha dicho a su gente que quiere ganar las próximas generales, y que no se siente responsable de haber perdido las recientes. Por eso ha decidido seguir. Algún día le pedirán que señale, menos ambiguamente que ayer, las responsabilidades de la última derrota.