Precauciones posteriores

AL PRESUNTO SER humano que asesinó a la niña Mari Luz y a su hermana les están rodeando de cuidados para salvaguardar su vida. uando se desbordan los embalses de odio surgen nuevos verdugos amateurs y no se hace preciso promulgar la ley de Linch. Incluso mi admirado José Chamizo, tan dulce y mínimo como San Francisco de Asís, ha planteado la castración para los pederastas. (No me parece una mala solución, sobre todo si se aplica con anterioridad). También las personas corrientes del barrio están exaltadas, después de haberse estremecido, y han intentado matar a los hermanos del repulsivo sujeto, que no son culpables de ningún asesinato, más que en grado de consanguineidad. No se sabe si serán muy buenos, pero en principio parece equivalente a castigar a Abel por lo que según dicen hizo Caín. Vengarse descansa y la cólera acumuladapuede estropearnos el carácter. En la cárcel de Huelva es donde más resonancia ha tenido el escándalo por la impunidad que disfrutaba el monstruo, coherente con el monstruoso funcionamiento de nuestra Justicia. Si lo dejan suelto en el patio de la cárcel no es que lo afeiten con agua fría, es que le rebanan la garganta con un tenedor desportillado. Los reclusos saben que no es digno de estar con ellos y en todas las cárceles existe un código moral, perfectamente legible, aunque no esté escrito. Si alguien roba con riesgo, no con garbo, como algunos políticos, se hace acreedor de la admiración de su colega. Todos quieren ser su tronco y le piden autógrafos incluso los que no saben leer. Si ha matado a su madre o a un niño es hombre muerto. Su consideración social es peor incluso que la de los membrillos . Todas estas incomodidades hacen deseable que las precauciones se tomen antes.