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Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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EL REQUERIMIENTO del presidente de la Junta a las Cajas de Castilla y León para que emprendieran fusiones entre ellas parece haber caído definitivamente en saco roto. Ni las propias entidades de ahorro, ni el ciudadano-impositor de cada una de ellas, ni los propios partidos (incluido el PP) a escala provincial, se han mostrado por la labor. La apuesta de Juan Vicente Herrera puede darse por fallida. La Junta de Castilla y León es consciente del fracaso y en la práctica ha desistido del intento. Al menos por ahora, justo cuando la crisis económica y, en particular, la delicada situación del sector inmobiliario, harían mas aconsejable que nunca afrontar ese reto. De hecho, esa crisis del sector inmobiliario ha venido desatando inquietantes rumores sobre la insostenible situación financiera de alguna Caja española radicada en otra comunidad autónoma. De momento, las cinco de Castilla y León presentan balances saneados, aunque bien es cierto que ellos son anteriores a la crisis y que lo peor ha empezado a llegar después. Ajenos a ese preocupante horizonte, los partidos han seguido a lo suyo, que es la toma y ocupación de los órganos rectores de las Cajas, politizados hasta la médula desde que la Ley de Cajas amplió al 47 por ciento la representación de las instituciones públicas. El consenso alcanzado entre PP y PSOE para repartirse amigablemente la representación en Caja España y Caja Duero no ha evitado los roces entre ambos partidos a la hora de cubrir determinadas vacantes surgidas con posterioridad. Es el caso de la vicepresidencia primera de Caja Duero, que, con todo el dolor de su cartera, ha tenido que dejar el alcalde de Valladolid al agotar el tope máximo de 12 años de mandato legal. El predestinado a heredar la sinecura es el ex delegado del Gobierno en tiempos del PP, Isaías García Monge, pero su designación ha sido bloqueada por el PSOE, que, aprovechando que el Duero nace en los Picos de Urbión, quiere colocar en otra de las vicepresidencias al alcalde socialista de Soria. En la trastienda de esta operación aparece, miren ustedes por donde, un curioso vaso comunicante con Caja España, donde el PP tiene el problema de que uno de sus representantes en el consejo de administración, Arenales Serrano, está obligada a renunciar al tomar posesión como senadora elegida el pasado 9-M. El hecho no tendría ninguna consecuencia si no fuera porque, por mor de la lista consensuada en su momento, la vacante pasaría a ser ocupada por la socialista Olga Palacio, jefa de Gabinete del delegado del Gobierno. Y llegados a este punto los populares invocan un supuesto «pacto de caballeros» pidiendo que palacio renuncie y deje paso al siguiente de la lista, que vuelve a ser del PP, de forma que no se modifique el equilibrio de fuerzas convenido en su día. Así las cosas, cabe maliciarse que el PSOE quedará como un «caballero» en Caja España, siempre, eso sí, que previamente el Partido Popular tenga el «detalle» en Caja Duero de elevar al alcalde de Soria al rango de vicepresidente de la entidad. En este cambalache andan ocupados estos días Partido Popular y Partido Socialista. Del futuro financiero de las Cajas ya se ocupará el mercado.

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