CONTRACORRIENTE
Músicos callejeros
EN LA Europa de los mercaderes también hay sitio para los que, aferrados a una guitarra o un violín, no parecen seguir el ritmo torpe y endiablado de esta época, y cuando llegan los primeros días de luz, después de un largo invierno, transforman sus calles o sus plazas, al paso de los turistas, en un lugar memorable. Lo hacen por un puñado de monedas, a veces durante horas y los mejores son aquéllos que, al margen de su destreza técnica, ejecutan sus piezas con un ensimismamiento de virtuosos. Viene uno de escuchar en una tarde berlinesa, entre las catedrales que flanquean la hermosa plaza de Gendarmenmarkt, frente a la estatua de Schiller, una versión acústica y delicada del Stayway To Heaven de Lez Zeppelin, y al llegar a Madrid, casi saliendo de Barajas, a un clarinetista que subía hacia el cielo las notas del canon de Pachelbel: en ambos casos se trataba de hombres maduros, anónimos, a los que seguramente el azar no junte nunca y que, sin embargo, unían con su música (mucho más que esas alianzas entre cancilleres que tanto se anuncian en los periódicos) dos de las ciudades más viejas de Europa. En León, con la llegada de la primavera, es frecuente encontrarte con artistas solitarios, algunos asentados desde hace tiempo, como ese hombretón rubio que ameniza con su acordeón las tardes de paseo de la Calle Ancha. El mérito de esos músicos es que aquí el invierno sigue mordiendo en abril y no por eso desfallecen o abandonan prematuramente su trabajo. Yo tengo visto tocar, en días de un viento helador, al final del Puente de San Marcos, a un hombre de aspecto muy humilde, someramente abrigado, que al recibir una moneda te daba las gracias con una voz dulce y respetuosa, con un matiz de afecto, como si quisiera regalarte, además de su música, un apretón de manos. Hace tiempo que no lo veo, no sé qué habrá sido de él, tal vez haya buscado lugares menos intempestivos, más cálidos, huyendo, imagino, de la pobreza. De la pobreza, si me lo permite la paciencia del lector, les hablaré, precisamente, la semana que viene.